Paysandú, Jueves 29 de Diciembre de 2011
Opinion | 26 Dic Malos días para la prensa independiente en Argentina. Hace pocos días se aprobó la ley de control sobre la producción, comercialización y distribución del papel para diarios. Después, decenas de efectivos policiales allanaron las oficinas de Cablevisión. Ahora desde el gobierno se da a entender que los medios de comunicación podrían ser alcanzados por las sanciones que impone la flamante ley antiterrorista si difundieran noticias capaces de provocar una fuga masiva de depósitos bancarios.
El Congreso argentino acaba de aprobar la ley de control del papel para diarios, que afectará directamente a la empresa Papel Prensa (propiedad de Clarín en un 49%, de La Nación en un 22% y del Estado nacional en un 27%). Es la última iniciativa pergeñada por el gobierno para someter a la prensa independiente, con el pretexto de la necesidad de garantizar la distribución de papel para todos los medios gráficos del país. Pero esa norma es contraria al artículo 32 de la Constitución argentina, según el cual el Parlamento no podrá dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal, además de resultar violatoria del derecho de propiedad y de la libertad de empresa.
De esta discrecionalidad a favor del gobierno, unido al hecho de que se podrían censurar contenidos periodísticos por no ser “apropiados” para la política económica argentina, surge claramente la intención de limitar la actividad de los medios.
Que esto ocurra en democracia enciende una luz de alerta, especialmente porque no ocurre solamente en Argentina. Lamentablemente, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha optado por reflejarse en los regímenes más desacreditados de América Latina, comenzando, en primerísimo lugar, por el de la Venezuela chavista. La llamada profundización del modelo avanza peligrosamente hacia una exacerbación del intervencionismo y del dirigismo en la economía, y un desprecio por la libertad de prensa, alimentando la inseguridad jurídica a través de una discrecionalidad que es hermana de la corrupción.
El uso discrecional del canal oficial, convertido en la primera tribuna del gobierno, con periodistas obsecuentes que aplauden todo lo que hace Fernández y denostan a la prensa que se permite mostrar sus puntos oscuros, es otro elemento en este esfuerzo sin careta por controlar lo que dice la prensa que no es “leal” a los intereses del kirchnerismo.
Cual si fuera un virus, el esfuerzo por controlar a la prensa se expande por Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia. Mantengamos al paisito libre de esta peligrosa infección.
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