Paysandú, Jueves 29 de Diciembre de 2011
Opinion | 27 Dic La abierta dicotomía entre la realidad de la cobertura médica entre Montevideo e Interior, y en la cobertura sanitaria en general, como en tanto otras áreas, ha sido motivo de reflexiones –que recoge EL TELEGRAFO-- del presidente de la Federación Médica del Interior (FEMI), Edgardo Mier, quien expresó que la federación está dispuesta a colaborar en la formación de médicos y especialistas para subsanar este déficit, en el tiempo que sea necesario, ante la difícil realidad que se vive en el interior del país en materia de personal de salud, tanto médico como no médico.
El titular de FEMI hizo referencia así a un tema que particularmente ha sido tratado en forma recurrente por nuestra página editorial y que no ha tenido todavía condignas respuestas, salvo algunas acciones puntuales en alguna administración de gobierno, incluyendo la del presidente José Mujica, quien ha hecho hincapié en este tema en más de una oportunidad.
Mier dijo que estamos ante una realidad que golpea duramente a todo el país, incluso a Montevideo, pero sobre todo al Interior y los lugares más alejados. “Hace unos cuantos años que advertimos este problema. Hicimos un estudio por departamento del número de médicos radicados por sus especialidades y por sus edades, nos trazamos la hipótesis de que se iban a jubilar a los 65 años. Hicimos un diagnóstico de qué carencias tendría el país. Lamentablemente fue tan premonitorio que hoy estamos padeciendo estas dificultades. Se van a agravar en los próximos años”, explicó.
A su entender la Facultad de Medicina “estuvo de espaldas” a esta realidad. “Entran unos 1.400 estudiantes anualmente a la facultad, se reciben cerca de 400 y cuando pretenden realizar determinada especialidad, algunas cátedras permiten ingresar uno o dos posgrados. Esta historia es muy vieja”, sostuvo, y consideró que “hoy en un país de tres millones y sin problemas de comunicación, donde el lugar más lejos está a 600 kilómetros, sin embargo no hay determinados especialistas o médicos radicados porque en algunos casos no los tiene el país y porque en otros casos es producto de la macrocefalia y el centralismo que atraviesa en forma transversal al Uruguay”.
Estas consideraciones son plenamente compartibles, porque reflejan además un panorama que se manifiesta desde hace ya muchas décadas, y que no se ha corregido pese a que los tres partidos se han rotado en el poder, porque no han puesto de relieve la voluntad política de avanzar contra estructuras que oponen uno y mil obstáculos para mantener todo incambiado y así seguir manejando las cosas a su antojo y beneficio.
Es una problemática que involucra una amplia variedad de aristas, que pasan por ejemplo por las dificultades adicionales de acceder a servicios médicos por quienes viven en el interior profundo, como así también en los centros urbanos del Interior, sobre todo a medida que crece la distancia con Montevideo, y encima, el agudo déficit que se manifiesta cuando se trata de acceder a los siguientes niveles de atención, como las consultas a especialistas y tratamientos más avanzados, caso de los centros de alta tecnología, que no existen en el Interior.
Las dificultades en la adjudicación de horas para especialistas se da en todo el Interior, y Paysandú no es una excepción, si tenemos en cuenta que es un mal crónico del Hospital Escuela del Litoral el tener graves carencias en esta materia, sobre todo en determinadas áreas, donde los números para consulta que se obtienen, con suerte, tras colas de muchas horas, se agotan rápidamente y los pacientes siguen engrosando las listas de espera.
Y pese a que han ensayado algunos paliativos, su implementación no ha atacado el fondo del problema, es decir el déficit crónico de especialistas y cuya responsabilidad recae exclusivamente en las autoridades nacionales del Ministerio de Salud Pública.
Ocurre que hay una centralización extrema en los servicios de salud en el Uruguay, y que hace que se esté ante una cobertura aceptable –siendo benigno con el concepto-- en la atención primaria, pero con agudas carencias una vez se ingresa en las áreas que requieren una mayor especialización e intervenciones de avanzada tecnología de punta.
Y si bien el escenario no es tan acuciante en las capitales departamentales, el problema se acentúa a medida que se sale hacia localidades del medio rural o crece la distancia con Montevideo. Una clara muestra de esta discriminación la tenemos en los Institutos de Medicina Altamente Especializada (IMAE), que están instalados en la capital.
Al respecto hemos tenido sí enunciados y promesas que hasta ahora han quedado en agua de borrajas, con algunas excepciones que solo confirman la regla, desde que se han dado largas a una problemática de vital importancia para el Interior, sin que por ahora se perciba mayor apuro en generar respuestas. Es que seguimos en apelaciones recurrentes a lo que se debería hacer pero sin ingresar en las definiciones, porque en Uruguay lo que no pasa en Montevideo tiene una importancia secundaria a los ojos del gobierno nacional.
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