Paysandú, Jueves 29 de Diciembre de 2011
Opinion | 27 Dic Uruguay es uno de los países de vanguardia en la utilización de tecnologías de la información y comunicación (TIC) y esta situación genera nuevos desafíos ambientales, como qué hacer con la basura electrónica.
La tenencia de computadoras personales en los hogares uruguayos ha aumentado aceleradamente en los últimos años, pasando de 24,3% en 2006 a 35,3% en 2008 y 44,2% en 2009. A eso hay que sumarle lo que significó la entrega de casi 400.000 computadoras portátiles del Plan Ceibal a todos los escolares del país y, posteriormente alumnos y profesores de Educación Media.
Un estudio realizado por los sociólogos Sofía Baldizan y Santiago Escuder, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, sostiene que estos hechos posicionan a nuestro país en un escenario complejo en un futuro cercano, debido a la gran cantidad de chatarra tecnológica que se genera y generará a corto y mediano plazo.
Actualmente, el tratamiento de residuos tecnológicos se enmarca dentro de lo que son políticas generales sobre desechos. Aunque no existen cifras oficiales, se estimaba que para 2007 el stock de computadoras personales en uso era de 600.000, desechándose unas 100.000 cada año, lo que seguramente es mayor si se consideran los últimos años.
En cuanto a los desechos tecnológicos específicamente, aún no se ha aprobado una ley puntual que regule este asunto, aunque desde 2008 existe un proyecto que propone la creación de un “Sistema de gestión de residuos eléctricos y electrónicos”, que se basa en el principio de responsabilidades extendidas, donde los fabricantes y comerciantes que introducen estas tecnologías en el mercado son quienes quedan legalmente responsabilizados del tratamiento de los aparatos una vez que finaliza su vida útil.
Otra propuesta es la de construir una usina hermética para este tipo de residuos en el norte del país, donde la formación rocosa rica en basalto puede funcionar como pared impermeable. Sin embargo, tampoco hay consenso sobre ese punto e incluso se ha manejado un posible riesgo de daños a las capas profundas del Acuífero Guaraní, una de las más importantes reservas de agua dulce del mundo.
En conclusión, nuestros desechos electrónicos --que cada vez son más-- todavía no tienen destino. Por eso, es importante destacar que aunque se trate de un paliativo, es una buena idea la de la Intendencia de Paysandú en cuanto a disponer de un contenedor para depositarlos hasta tanto las autoridades nacionales dispongan de otros mecanismos para su adecuada eliminación. Se trata de una muestra de sensibilidad y responsabilidad ambiental que no insume grandes costos operativos y bien puede ser imitada en otros departamentos.
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