Paysandú, Viernes 30 de Diciembre de 2011
Opinion | 30 Dic Según un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, la economía del subcontinente creció un 4,3% en 2011, y crecerá un 3,7% en 2012. Pronostica también que el crecimiento económico podría ser aún más lento de lo que reflejan estas cifras si empeora la crisis financiera de Europa. Contrasta con las afirmaciones de varios presidentes latinoamericanos que durante los últimos meses aseveraron que sus países estaban “blindados” contra los efectos de la crisis de Estados Unidos y Europa.
Los altos precios internacionales de las materias primas, estimulados por las crecientes compras de China y la India, habían creado un sentimiento triunfalista en varias capitales de América del Sur.
De todas formas, las proyecciones de la Cepal para el crecimiento económico de la región el año próximo no deberían causar alarma, en la medida que las economías, aunque están empezando a perder impulso, seguirán creciendo con índices mayores a los del mundo industrializado.
Lo que resulta mucho más preocupante, y frustrante, es que --con unas pocas excepciones como Chile, y en cierto grado, Brasil-- casi todos los países sudamericanos han estado dilapidando la bonanza producida por los altos precios de sus exportaciones de materias primas. Dilapidando en el sentido de que no invirtieron en el sector especialmente sensible si se quiere un futuro sustentable: la educación.
Estamos viviendo en la era de la economía del conocimiento, en la que países como Singapur --que no tienen recursos naturales-- tienen un ingreso per cápita mucho más alto que los países ricos en materias primas, gracias a su obsesión por elevar los estándares educativos.
Y según casi todas las mediciones ---incluidos los test estandarizados internacionales PISA para estudiantes de 15 años--, los países latinoamericanos se están quedando cada vez más atrás. Uruguay no es la excepción.
Dándole importancia tan sólo al PBI, que mide la actividad económica, sin tomar en cuenta la calidad de la educación, nunca se logrará vencer la inequidad, porque la única manera de sacar a la gente de la pobreza a largo plazo es dándole una educación de buena calidad que le permita acceder a empleos bien pagos. Si América Latina quiere dejar de ser la región con mayor desigualdad del mundo, tiene que proporcionarle una educación de calidad al pueblo.
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