Paysandú, Jueves 12 de Enero de 2012
Opinion | 05 Ene La confirmación de nuevos casos de fiebre aftosa en Paraguay ha puesto en alerta al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de nuestro país, que ha decidido aumentar los recursos humanos en puestos de frontera, en tanto se mantendrán los rodiluvios y los arcos de desinfección, sin agregarse nuevos puntos.
Estas medidas se mantendrán mientras se monitorea lo que sucede en Paraguay, y a la vez se continuará con el protocolo de desinfección de los contenedores con carne paraguaya en tránsito, luego que este martes el gobierno de Asunción confirmara la existencia de nuevos casos de aftosa en el norteño departamento de San Pedro. Paralelamente, el gobierno de Fernando Lugo pidió asistencia a los demás países del Mercosur para combatir la epizootia y en las próximas horas técnicos uruguayos viajarán a Paraguay para colaborar en las medidas.
De acuerdo a las informaciones provenientes de la nación guaraní, el foco estaría ubicado en la misma zona donde se detectó la enfermedad en otro rodeo el pasado 18 de setiembre, y si bien esta situación no afectará a los mercados a los que accede Paraguay, desde que actualmente no se exporta carne de esa zona, este episodio es motivo de preocupación regional.
Esta mala nueva confirma trascendidos surgidos la semana anterior en el sentido de que la misión técnica internacional integrada por el Comité Veterinario Permanente (CVP) y el Panaftosa, había concluido que no existían certezas respecto a la contención del foco de la enfermedad que se conoció en setiembre. Es así que en muchos de los materiales analizados en laboratorios provenientes de la zona no existían antecedentes de vacunación, entre otras fallas encontradas, e incluso habría unos trescientos productores del área que no están en el registro de vacunación del Senacsa, cuando este grupo maneja no menos de 8.000 cabezas de ganado que están fuera del esquema de vacunación. Luego que por algunos años el fantasma de la fiebre aftosa permaneciera en letargo en nuestra región, el foco en Paraguay surgido hace tres meses ha sido determinante para que se pusieran en marcha medidas específicas de control en los cruces de nuestro país con la Argentina.
No puede olvidarse que por esta vía se originó el contagio que desembocó en la crisis de 2002, que tantos perjuicios arrojó a Uruguay y que todavía se proyectan hasta hoy. Ergo, ya con este antecedente indeleble, Uruguay reforzó con más medidas técnico sanitarias el monitoreo de la inmunidad de los ganados, como forma de asegurar su blindaje sanitario frente al foco en la región.
En 2001, la epidemia de fiebre aftosa provocó pérdidas por 730 millones de dólares en nuestro país y desocupación para unos 10.000 obreros de la industria frigorífica, por lo que es pertinente que tras la detección del foco el 18 de setiembre Uruguay no levantara las desinfecciones de los vehículos ni el control de los viajeros que ingresan por las barreras sanitarias, sobre todo las del Litoral, y que en las últimas horas dispusiera incluso afectar más recursos humanos donde se necesitan.
Ocurre que nunca hay seguridades en cuanto a las barreras, cuando éstas no son además coincidentes con las divisiones políticas, desde que en la naturaleza no hay obstáculos para la diseminación de enfermedades, en este caso para una epizootia que prácticamente devastó la economía en un país eminentemente exportador de carne y dependiente como el que más de los sensibles mercados internacionales.
Debe considerarse además que Paraguay aceptó recibir la cooperación técnica del Comité Veterinario Permanente a partir del 1º de diciembre, y por un período de diez días, en una decisión que fue anunciada en una reunión de los ministros de Agricultura de la región, que integran el Consejo Agropecuario del Sur (CAS) y el CVP. A la luz de lo ocurrido en los últimos días con el rebrote, surge claramente que hay productores que no asumen sus responsabilidades, que se han cometido nuevamente graves errores en la pretensión de evadir la vacunación, así como que los controles del Estado presentan serias vulnerabilidades.
Es por lo tanto imperioso que Uruguay nunca baje la guardia en sus fronteras, puesto que el descuido de un país vecino o de la región, puede provocarnos serios daños en la economía nacional, así como en una importante fuente de trabajo, por más que acá las cosas se hagan con mayor seriedad.
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