Paysandú, Jueves 12 de Enero de 2012

El futuro de nuestro pasado

Opinion | 08 Ene En correspondencia con nuestra prédica, proyectábamos dedicar este comentario a un proyecto que, pensamos, puede resultar de suma trascendencia para el futuro del turismo temático que se procura impulsar hacia Paysandú y absolutamente revolucionario por la tecnología a emplear ya que esta puede llegar a transformar a la ciudad, y el departamento, en un territorio real – virtual de gran atractivo para visitantes de todo el mundo pero particularmente a los oriundos de esta región por su vinculación directa con la más valiosa historia de la zona.
Sin embargo, nuestra primera plana de ayer nos obliga a postergar y dejar momentáneamente en segundo plano esa inquietud pues pocas posibilidades tendremos de encarar ambiciosos planes si hemos perdido los elementos que prueban, documentan, ejemplifican, los distintos momentos de nuestra historia, puesto que los museos son nada menos que la historia viva de los pueblos.
El hurto registrado en el Museo Histórico sanducero es pequeño en su volumen, enorme en su valor histórico y, sobre todo preocupante porque a esta altura ya es una reiteración porque desde hace varios años se han sucedido robos de mayor o menor significación.
Ante la magnitud del hecho lo habitual es buscar responsables y en esto es muy claro: todos somos culpables. Hay responsabilidad de las autoridades municipales de todos los tiempos, desde que se crearon los museos hasta hoy porque en ningún momento se tomaron las medidas que realmente corresponden. Ha sido una constante el ver piezas de enorme significación no sólo al alcance de la mano sino absolutamente desprotegidas. Vemos edificios y predios cuya seguridad se reduce a puertas endebles, cerraduras que no resisten ni el viento y, por supuesto, ninguna protección especial para las piezas de mayor valor histórico. En algunos casos no hay serenos y no existen sistemas de alarma. Estos problemas, como el contenido de los museos, vienen “desde el fondo de la Historia” y son consecuencia del ingenuo y alejado de la realidad concepto de que “¿Quién va a llevarse algo?”
También tenemos responsabilidad los medios de comunicación que no hemos advertido estas falencias o si lo hemos notado no le hemos dado la difusión necesaria para que las autoridades tomen las medidas que corresponden.
Por otro lado, el hecho de referencia, ha detonado una situación que resulta también alarmante y que debe ser considerada con gran cuidado porque puede entrañar un peligro para el los intereses y, fundamentalmente, los sentimientos de todos los sanduceros.
El director del Colegio del Rosario, sacerdote Andrés Bon, declaró a EL TELEGRAFO: si bien “no considero que los elementos históricos relacionados con la historia de Paysandú deban salir del departamento --por el contrario aquí tienen que permanecer--, sí estamos considerando hacer un convenio con el Colegio Pío de Montevideo, por el resto del acervo cultural de nuestro Museo Salesiano, porque evidentemente la Intendencia no ha cuidado de manera eficiente del mismo”. Un convenio de este tipo “nos asegura una gestión segura de nuestras piezas y además nos permitiría hacer exposiciones dos o tres veces al año en Paysandú”.
Sin dudas, las afirmaciones del Padre Bon son preocupantes, tal vez en grado máximo pues aunque las piezas del ex Museo Salesiano “le pertenecen”, en realidad son propiedad de Paysandú y fueron recolectadas, atesoradas, por queridos y respetados sacerdotes como Baldomero Vidal o Alfredo Merlino con la colaboración de cientos, miles, de sanduceros preocupados de que se conservara la historia local y, dejemos firmemente establecido que todas las piezas están relacionadas con la historia de Paysandú. Esto hace que no sea de recibo la idea de “sepultar” esas piezas en una bóveda o caja fuerte y mucho menos que se saquen de Paysandú para entregarlas al museo que sea.
Es algo que los sanduceros no podemos permitir. Sí consideramos que el Padre Bom tiene todo el derecho a reclamar toda la protección pertinente por parte de las autoridades, tanto municipales como depositarias, como policiales por su función preventiva de delitos.
Pero, seamos claros: “exposiciones dos o tres veces al año en Paysandú” no es una opción. La historia de Paysandú está en Paysandú y debe quedar en manos y a la vista de todos los sanduceros. Eso sí, bien protegida porque es necesario que hoy mismo se dispongan los planes de seguridad correspondientes y que estos sean lo que deben ser y no lo que algún funcionario menor disponga “porque es más barato”. Nuestra memoria vale mucho más que los cuatro pesos que se pueden ahorrar comprando cerraduras de lata o no invirtiendo en un sistema de alarma adecuado.
Causa pesar tener que definirnos sobre esta situación y más cuando pensábamos proponer, como decíamos, un proyecto de turismo temático “real–virtual” y, que curioso, utilizamos el mismo título que habíamos pensado para esa nota.


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