Paysandú, Sábado 14 de Enero de 2012
Opinion | 09 Ene El presidente José Mujica recientemente se mostró consternado, en un almuerzo que compartió con una docena de empresarios en la estancia de Anchorena, por las trabas comerciales que Argentina está aplicando a nuestro país y en general en el contexto de las importaciones tanto de la región como de la extrazona, de acuerdo a lo que consigna El Espectador.
No puede sorprender a nadie, precisamente, que hace pocas horas se conociera que los grandes supermercados de la vecina orilla fueron intimados por el secretario de Comercio Exterior, Guillermo Moreno, a no importar alimentos que se produzcan en ese país, lo que significa por supuesto una medida proteccionista que tiende a sustituir importaciones por artículos de fabricación nacional, cualquiera sea el precio.
La medida ha causado profundo malestar en la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), uno de cuyos voceros manifestó a El País que “la impronta de Moreno en la política comercial de Argentina ya no sorprende a nadie. Por eso no llama la atención que se continúe y reafirme su política”.
El comentario refiere a la información del diario argentino El Cronista en el sentido de que a principios de semana Moreno se reunió con representantes de las grandes cadenas de supermercados para comunicarles (sin negociación mediante), cual iba a ser la política de importación de productos para 2012.
Al término del encuentro, los empresarios manifestaron que en suma estará virtualmente prohibido importar productos que se fabriquen en el país, al tiempo que será también muy difícil ingresar bien alguno del exterior.
Ya de hecho, ante esta presión del Poder Ejecutivo, algunas grandes cadenas como Carrefour, Walmart, Jumbo, La Anónima y Coto directamente dejaron de importar alimentos para evitar demoras en los ingresos y reclamos ante la Secretaría de Comercio Exterior que encabeza Moreno.
Es así que se adopta una medida netamente proteccionista pero con la intención de no dejar huellas que puedan ser rastreadas, es decir sin documento y mediante presión verbal, para advertir por donde viene la mano, que en los hechos implica una profundización de la tendencia que se ha venido dando, sobre todo en los últimos meses.
Es así que esta política ha llevado a que paulatinamente se vaya reduciendo el número de artículos del rubro alimentación que exporta Uruguay hacia Argentina, al punto que algunas empresas directamente dejaron de vender a este destino desde el año pasado, en tanto las que todavía están exportando deben sortear múltiples obstáculos a través de trabas burocráticas que tienen como objetivo desalentar las compras de la mercadería uruguaya.
Este escenario se da cuando nuevamente en la reciente cumbre del Mercosur abundaron las apelaciones a la integración, la solidaridad regional y la apuesta al incremento del intercambio intrarregión, sobre todo.
Pero los gobiernos de Argentina y Brasil lograron que se aprobara el nivel de protección del bloque contra las importaciones provenientes de Asia, fundamentalmente, en tanto siguen vigentes los históricos reclamos de Uruguay y Paraguay, que tienen dificultades para el ingreso a los mercados con sus productos y cuyos industriales se sienten perjudicados por las Licencias No Automáticas de Importación de Argentina.
El vecino país continúa por lo tanto trabando el ingreso de exportaciones uruguayas, en tanto Brasil mantiene una actitud similar para textiles, porque sospecha que se están haciendo triangulaciones desde Asia y no reciben ningún valor agregado en territorio nacional, que es el requisito para ingresar sin aranceles al mercado norteño.
Lamentablemente, en esta última cumbre de presidentes del Mercosur, nuestro país aceptó los planteos de más proteccionismo de los grandes vecinos, a cambio de promesas de no afectar el comercio interregional, es decir que se aceptaron condiciones proteccionistas que no nos favorecen a cambio de que se cumpliera con lo que ya está establecido en los artículos del bloque regional, lo que significa conceder sin nada a cambio.
Precisamente se registran atrasos superiores al límite de treinta días que se había acordado para el régimen de licencias a la importación que propuso la propia Argentina, lo que confirma la política ambivalente de nuestro vecino, que genera incertidumbre en los industriales uruguayos porque media un abismo entre lo que se establece en los papeles y lo que luego se concreta en la realidad, de lo que es una clara prueba la aludida presión del gobierno sobre las grandes cadenas de supermercados argentinos.
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