Paysandú, Domingo 15 de Enero de 2012
Opinion | 11 Ene Mientras todavía resuenan los ecos de pedidos de más recursos para el sector, que se entendía por los sindicatos como una condición sine qua non para lograr una mejora que hasta ahora no se ha visto ni mucho menos, se conoció en las últimas horas que la Administración Nacional de la Enseñanza Pública (ANEP) cerró el año 2011 sin ejecutar unos treinta millones de dólares que debían usarse durante este año por dotación presupuestal.
Aparece así ya a primera vista una flagrante contradicción entre lo que se reclama y lo que se hace con lo que se pide como un factor incondicional para cumplir con la tarea educativa corriente, y no ya para mejorarla, como debería ser, teniendo en cuenta el descaecimiento de la enseñanza en todos sus niveles que se manifiesta desde hace décadas.
El Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, resolvió distribuir esos treinta millones de dólares en tres partes, de los que unos 150 millones de pesos serán entregados al cien por ciento de los profesores y maestros del sistema educativo, correspondiente a una partida que el Codicen la llama “presentismo”. Pero también se beneficiarán los docentes que faltaron muchas veces en el año, por lo que dependiendo de la cantidad de faltas, éstos recibirán 2.500, 2.000 y 800 pesos cada uno.
Según da cuenta El Observador, del resto del dinero el Codicen resolvió transferir 250 millones a la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) para que se utilicen en mejoras de infraestructura en el parque edilicio de la ANEP, en tanto los 200 millones restantes se distribuirán ente los centros educativos de Primaria, Secundaria, UTU y formación docente, para que compren equipamiento didáctico o hagan reparaciones menores.
El consejero del Codicen Daniel Corbo, fue el único director que no votó la partida extrasalarial para los funcionarios, argumentando que “no lo voté porque no estuve de acuerdo con la cifra propuesta, y porque consideré que había compromisos que no se habían cumplido por los sindicatos”. Uno de estos acuerdos a los que se refiere Corbo es la concreción del “docente cargo”, por cuanto el proyecto del Codicen era que 25 por ciento de las horas de Secundaria se concentraran en docentes que trabajaran en un solo centro educativo, pero los profesores no aceptaron esta iniciativa.
Por su lado, el presidente del Codicen José Seoane, dijo al matutino que la partida de “presentismo” la recibirá el cien por ciento de los docentes, como una “forma de estímulo”, con mayor porcentaje para quienes tengan menos faltas en el año.
Por lo pronto esto aparece como una forma “liviana” de disponer de los dineros públicos, del aporte que hacen sacrificadamente los contribuyentes ante las ventanillas de los organismos del Estado, y que “sobran” por deficiencia en la ejecución presupuestal.
Esto es algo que se repite todos los años en el Estado. Peor aún, y a modo de ejemplo, recordamos que para no devolver los recursos a Rentas Generales, de forma de no tener que solicitarlos nuevamente el año próximo, en su momento la Universidad de la República se encontró que no había ejecutado como correspondía 250.000 dólares de su presupuesto asignado, y optó por afectarlos a la compra de lujosas butacas para su auditorio, en un claro ejemplo de cómo se trastocan las prioridades.
En lo que refiere al Codicen, en la distribución se ha cumplido con un acuerdo vigente con la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza que determina que este dinero sin ejecución, entre otros destinos, se distribuya entre los docentes en partidas únicas de entre 2.500 y 800 pesos, en una escala de tres montos, que pone en primer lugar a los que han faltado menos, en segundo a los intermedios y en el tercero a los que han ido prácticamente a “pasear” durante el año, los que sin embargo igualmente serán recompensados con 800 pesos.
Pero este “estímulo” al que hace referencia el presidente, las más de las veces obra al revés, porque quien así actúa, y es “faltador”, no se va a preocupar de corregirse si al fin de cuentas a fin de año se lo “premia” de todas formas. Pero además se crea un peligroso antecedente al asignarse los partidas no ejecutadas del presupuesto a premiar a quienes deberían velar porque las cosas se hagan en tiempo y forma, porque es fácil imaginar que si las cosas se hacen mal, siempre habrá plata para repartir.
Es decir que en todo el análisis existen graves falencias: en primer lugar, no se cumplieron las metas del programa, determinando que 30 millones de dólares del presupuesto asignado para desarrollarlo quedaron sin ser gastados. En segundo término, buena parte del dinero “sobrante” se utilizó para “motivar” a los docentes sin justificación válida alguna, y por último, indirectamente se está dando una señal es bueno incumplir con las metas anuales, porque la plata que no se gaste volverá en forma de incentivo.
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