Opinion | 10 Ene Debe ser motivo de satisfacción para todos los sanduceros sin distinción la reciente incorporación del mamógrafo del Hospital Escuela del Litoral, que cumple un papel fundamental en la detección precoz del cáncer de mamas, y que es un ejemplo, entre muchos otros, de que no todo tiempo pasado fue mejor, como señalan los nostálgicos. Sin ir más lejos los avances tecnológicos en el campo de la medicina son revulsivos si los comparamos con lo que acontecía por ejemplo hace medio siglo, donde los diagnósticos y las terapias comprometían seriamente las posibilidades de sobrevivencia en muchas afecciones que hoy son curables.
Según los últimos casos estadísticos, en Paysandú se detecta entre cuatro y cinco nuevos casos mensuales de cáncer de mama, lo que da una media de entre cincuenta y sesenta casos anuales. Estos índices coinciden con las estadísticas nacionales de nuestro país para este tipo de cáncer.
En unos veinte días desde su instalación el mamógrafo detectó dos casos de cáncer en su etapa incipiente, por lo que las dos mujeres afectadas pudieron ser intervenidas con una cirugía menor y sin dudas que con un pronóstico mucho más optimista respecto a la situación que se planteaba en caso de que el mal hubiera sido detectado en una etapa posterior.
Estos ejemplos son indicativos de la importancia que reviste el aparato incorporado, que es además donación de empresas y pueblo de Paysandú a su Hospital, reafirmando una vez más la tradicional solidaridad del pueblo sanducero, que no siempre recibe la contrapartida en la mejora de gestión en este nosocomio.
Por su parte, en este caso ASSE aportó las mejoras necesarias en la sala por una inversión cercana al millón de pesos, y la reveladora de imagenología, que ha sido anexada al mamógrafo, lo que significa una complementación indispensable para el mejor uso del equipamiento.
Estamos ante elementos positivos a valorar en un área particularmente crítica como la de la salud, y donde ya se están viendo los resultados.