Paysandú, Miércoles 18 de Enero de 2012
Locales | 11 Ene A cargo del presbítero Carlos Silva en la mañana del domingo 8 de enero, frente a la Parroquia Santa Teresita de Quebracho y con la presencia de numerosos lugareños se realizó un Te Deum con motivo de los cien años de Quebracho. En oportunidad el mencionado párroco, expresó:
“Hace 100 años, siendo presidente de la República el Sr. José Batlle y Ordóñez y Monseñor Isasa Administrador Apostólico del Uruguay, mientras se gestaba la ‘Primera Semana Social uruguaya’ (10/11/1912), el agrimensor Víctor Bernasconi fraccionó los terrenos del Sr. Jorge Amarillo. Se crearon 53 manzanas, fraccionaron 442 solares y se proyectaron 16 calles. Eran, aproximadamente, 23 familias y unos 100 habitantes. Se inició así el ‘proceso fundacional de Quebracho’. El tiempo ha pasado, hacemos memoria de sus fundadores y de tantos hombres y mujeres que contribuyeron a lo largo de estos 100 años, con su vida familiar, social, su trabajo, sus iniciativas culturales y deportivas, a construir la Villa. A todos ellos nuestra memoria agradecida. Una figura emblemática de este pasado histórico es el Padre Zordán”.
Agrega que “Estos 100 años nos encuentra hoy viviendo en la Villa. Somos gente sencilla, identificada con el campo y sus tradiciones; expresión de ello son las aparcerías y las fiestas en las escuelas rurales. Somos una sociedad multiétnica. Tenemos nuestros límites, potencialidades y esperanzas. Valoramos lo más importante que tenemos: nuestra gente y, en especial, a los niños, adolescentes y jóvenes. Ellos son nuestra mayor riqueza, porque son el futuro. Queremos trascender y, para ello, contemplamos a un único Dios y Padre que nos une y nos ofrece vida plena en Cristo (Cf. Jn 10, 10) por el Espíritu”.
“Cien años que nos proyectan al futuro y nos desafían a la unidad”. Recuerda lo que expresara Martín Fierro: ‘“Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea…’ Una sociedad pluralista exige poner el bien común por encima de los intereses personales o partidarios. El bien común tiene una única finalidad: la vida feliz y digna de todos los habitantes”.
Luego lanzó un desafío a forjar y fomentar una cultura vocacional, a re-aprender a relacionarnos --como personas y como población-- con la naturaleza, con los demás, con nosotros mismos y con Dios (Cf. definición de cultura: GS 53; Pb 386). “La verdadera cultura humaniza e impulsa a que cada uno viva sus valores, profesión y vocación, creciendo en calidad, esa cultura es ecológica, promueve el cuidado del medio ambiente. Es fraterna, promueve vínculos sólidos y permanentes. Es personal, incluye que cada uno haga el apasionante camino de aceptarse, reconciliarse y perdonarse. Esta cultura no puede olvidar que somos criaturas y dependemos de un Creador”.
Para finalizar convocó a crear espacios recreativos y especialmente formativos y preventivos para quienes celebrarán un día los 150 años de Quebracho: “ellos son el futuro”, dice.
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