Paysandú, Miércoles 18 de Enero de 2012
Opinion | 11 Ene Una cantidad inusitada de homicidios en Montevideo, hurtos de gran importancia en el Este del país, el robo de la pistola de chispa de Lavalleja en Paysandú. En los primeros diez días del año los titulares policiales dominaron los medios de prensa, porque si algo quedó claro es que ni la violencia ni los ladrones se toman vacaciones, ni siquiera en este enero inclemente que achicharra y enrojece los alertas.
En Montevideo, un grupo de personas realizó la primera marcha en demanda de mayor seguridad, un clamor que nos une a todos los uruguayos, porque menos seguros nos sentimos todos. Dirigentes políticos sin corbata y con un bronceado que revela que las vacaciones les sienta bien, han pedido la renuncia o remoción del ministro del Interior, Eduardo Bonomi, de paso también licenciado.
No quedan dudas que entre los desbarajustes del país, el de la seguridad ciudadana es uno de los más graves. No es un virus uruguayo ni mucho menos, conviene aclararlo, pues hay también graves delitos en los países de la región y en buena parte de este mundo que cada vez se cuestiona con más insistencia que clase de sociedad lleva encima.
Pero, más allá de eso --que no es un alivio-- la cantidad de delitos, especialmente los que incluyen violencia o terminan con vidas humanas, crece sin pausa. Podría pensarse que el principal responsable es Bonomi. Después de todo, es la cabeza del ministerio que reúne a las fuerzas policiales, cuya misión precisamente es brindar servicios de seguridad a la sociedad.
No obstante en este caso, deben tenerse en cuenta las herramientas legales con que cuenta la Policía para atrapar al ladrón y perseguir a los malandras de cualquier laya.
Se puede cambiar al ministro, eso no es un problema mayor, pero mientras no se cambie el Código Penal, que en muchos casos beneficia al delincuente en lugar de castigarlo por su ataque a la sociedad, poco se podrá adelantar, así tengamos el mejor ministro.
La Policía en la mayoría de los casos actúa no solamente bien sino con celeridad (la captura de los presuntos responsables del hurto de la histórica pistola es suficiente prueba) pero muchas veces cuando los confesos de diferentes delitos son pasados a la Justicia, queda gusto a poco, a debilidad. Tampoco es cuestión de pensar que los Jueces están del lado de los delincuentes, sino que simplemente ellos no hacen las leyes y solamente se deben limitar a interpretarlas y aplicarlas. Y las cárceles atiborradas como turistas para ver a David Ghetta, hacen que se prefiera que se cumplan penas cortas.
Cambiar al ministro no solucionará nada. Construir más cárceles y que los legisladores profundicen las penas del Código si. En Uruguay delinquir tiene un “costo” relativamente “barato” para los delincuentes que meses después caminan junto a los ciudadanos de bien como si nada. Eso, eso no se arregla con ajusticiar a Bonomi.
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