Policiales | 16 Ene La Justicia y los investigadores dijeron “basta”, y cansados de las demandas de Jorge Andrés Luberiaga Quintana, alias “Zapallito”, para revelar dónde escondió la pistola de chispa usada por Lavalleja, decidieron trasladarlo al Penal de Libertad, donde ahora seguramente tendrá tiempo para reflexionar.
El operativo tomó por sorpresa hasta a los propios efectivos policiales de la Cárcel Departamental. Lo cierto es que a las 5 de la mañana del sábado, policías pertenecientes al Cuerpo de Radio Patrulla llegaron con la orden de darle un “boleto para pasear” a Luberiaga Quintana, que no esperaba un sábado tan movido y menos aún con tantos cambios en sus condiciones de reclusión.
Le hicieron reunir sus pocas pertenencias, lo esposaron y lo subieron a la camioneta. Junto a él, los efectivos policiales destinados al traslado. Y luego directamente al Penal de Libertad. El operativo demandó en total unas nueve horas, pues a las 14 la camioneta de Radio Patrulla ya estaba de nuevo en Paysandú. Su cómplice, José Eduardo Rossano, de 22 años, sigue encarcelado en Paysandú.
“Zapallito” no quería que lo trasladaran a Libertad. Sabía que tenía un elemento fuerte para negociar: el lugar donde se encuentra la pistola de Lavalleja. Todo parece indicar que sabe donde quedó escondida, porque no era ese el botín que le pidieron. Y estuvo negociando; incluso la Intendencia avalaba la negociación para recuperar la reliquia. Pero investigadores confiaron a EL TELEGRAFO que pidió demasiado, con lo que solo se ganó su traslado. El Penal de Libertad tiene capacidad para 1.400 reclusos y una población de algo más de mil. Hay “grossos” entre los internos y ciertamente una estructura muy sólida de poderes, en la cual “Zapallito” no tiene cabida.
En tanto, la Policía continúa buscando los sables, pero estos no tienen el valor simbólico del arma usada por el brigadier general Juan Antonio Lavalleja. De hecho, en las últimas horas efectivos policiales retornaron a la casa abandonada de Calle Nº 28, provistos de machetes y “peinaron” la zona, pero no encontraron nada.
Tampoco se sabe nada sobre el móvil ni quién sería el autor intelectual que hay detrás del intento de apropiarse de la espada de Leandro Gómez, el verdadero objetivo.