Paysandú, Miércoles 25 de Enero de 2012
Opinion | 21 Ene Los meteorólogos de los institutos internacionales lo habían advertido hace ya varios meses: la manifestación del fenómeno La Niña sobre el Océano Pacífico traería aparejado un período de sequía sobre una vasta región que incluye Uruguay. Es así que este verano estamos expuestos a las consecuencias de esta situación que pese a que se da frecuentemente, igualmente arroja consecuencias negativas sobre cultivos y cría de animales, con severos perjuicios para nuestra riqueza agropecuaria.
La ausencia de lluvias en amplias zona de nuestro país, entre las cuales el Litoral, ha generado serias complicaciones para los cultivos de verano sembrados en el departamento, y de no registrarse precipitaciones significativas este fin de semana, el panorama será aún peor, desde que no ha llovido en un mes, y los cultivos ya “están estresados”, de acuerdo a lo declarado a EL TELEGRAFO por dirigentes de la cooperativa Copagran.
Los cultivos de primera de soja hoy están en una etapa de floración, o llegando a la etapa reproductiva y sufriendo claramente las consecuencias de la falta de agua, pero en realidad este déficit se está manifestando claramente en todas las explotaciones agropecuarias. En muchos casos está afectando seriamente el abastecimiento de agua potable en establecimientos rurales y poblados del interior del departamento que se surten de perforaciones que ya han reducido su caudal.
En realidad, prácticamente no hay región del mundo donde existan superficies cultivadas y habitadas que en algún momento no sufran las consecuencias de la sequía, y las respuestas para los respectivos escenarios radica en el costo de las inversiones necesarias para eventualmente contar con reservas de agua e instalaciones de riego.
En Uruguay, con una vastísima red de ríos, arroyos y cursos de agua que adquieren un grueso caudal cuando se registran lluvias de entidad, se cuenta con muy buenas posibilidades de hacer embalses para su explotación en condiciones como las actuales. Incluso desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca se está apoyando financieramente proyectos de riego en una serie de actividades agrícolas y granjeras que permiten hacer frente a coyunturas como las actuales sin las pérdidas económicas y trastornos en el ciclo biológico que traen aparejado.
Pero como en toda actividad empresarial, el condicionamiento para abordar inversiones de la envergadura que se requieren pasa por evaluar la relación costo-beneficio y naturalmente el acceso al crédito, cuando es necesario. Y como a nadie le gusta perder dinero, si el riego no se ha masificado como todos quisiéramos, salvo en el caso del arroz, que es imprescindible en todo tiempo, ello obedece a que la inversión necesaria no está dentro de las posibilidades de los productores. Ello explica que no haya todavía una cultura extendida de riego, y que deba trabajarse en concientización pero también en facilitar la concreción y repago de proyectos mediante créditos accesibles.
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