Paysandú, Sábado 28 de Enero de 2012
Opinion | 23 Ene La reconversión energética es uno de los desafíos más importantes que tiene el país por delante, pues no solo debemos reducir la dependencia del petróleo importado y caro, sino también apuntar a disminuir las compras frecuentes de electricidad a los países vecinos, que nos imponen precios sobredimensionados, y encima Argentina nos pone obstáculos para algún día utilizar la energía que nos ofrece Paraguay a costos muy accesibles.
Durante años UTE actuó parsimoniosamente en esta área y topeó precios de licitaciones, cuando en todo el mundo se está subsidiando de hace tiempo la incorporación de energías renovables --es decir actuando en forma inversa a la tendencia en los países desarrollados-- y últimamente está promoviendo la instalación de aerogeneradores, por considerar que tiene un costo menor de producción. Igualmente, los volúmenes de producción estimados para los próximos años son todavía menores respecto a las necesidades del país, al punto que este escenario se presenta comprometido y es preciso abordar varios frentes en forma simultánea para, en el conjunto de alternativas, llegar a niveles más o menos significativos de generación por impulsores nacionales renovables.
Entre estas opciones figura también la posibilidad --ya se hace en muchos países-- de utilizar la basura como energético, con lo que estaríamos matando dos pájaros de un tiro: aumentar la potencia disponible y a la vez propiciar soluciones para la disposición final de la basura, que es un problema comùún para toda las intendencias, sobre todo en los departamentos donde están emplazadas las mayores urbes, empezando por la capital. En este contexto debe valorarse positivamente que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) haya dispuesto poner a disposición de nuestro país un fondo por valor de 30 millones de dólares con el destino de inversión en proyectos de energía eólica, solar, geotérmica, pequeñas represas hidroeléctricas y empresas de servicios energéticos con tecnologías limpias, que incluyen la gestión de residuos, biomasa, eficiencia energética y redes inteligentes.
Este financiamiento es parte del compromiso del BID para desarrollar mecanismos que permitan apoyar la financiación a largo plazo de la energía renovable y proyectos de tecnologías limpias en la región que estimulen la innovación, la creación de empleos y el crecimiento económico, lo que se enmarca además en el compromiso de contribuir a mitigar el impacto del cambio climático.
Este fondo será administrado por la firma Emerging Energy and Environment que se especializa en energía limpia y renovable, tecnologías limpias, cambio climático y medio ambiente, así como en inversiones de infraestructura con bajas emisiones de carbono y en servicios de asesoría, por lo que constituye un instrumento disponible para trabajar en un área que es cada vez más crítica.
Pero sin dudas que el país tiene que apuntar a aprovechar cuanto antes la posibilidad de conciliar emprendimientos de envergadura en la generación energética a partir del uso de basura como materia prima, para lo que ya existen ofertas como el de la empresa estadounidense Sanitas Partners, que en su momento propuso concentrar la basura de los principales centros urbanos en una planta en Durazno para convertirla en energía eléctrica. En tanto más recientemente una empresa público-privada italiana propuso una iniciativa similar para los residuos de Montevideo, Canelones y otras ciudades del Interior.
Incluso los intendentes de Montevideo, Canelones, Florida y Rivera viajarán en febrero a Brescia, Italia, para interiorizarse del funcionamiento de una planta en base al sistema termovalorizador, que convierte diariamente 2.500 toneladas de basura en energía suficiente para suministrar electricidad a toda la ciudad.
En el ámbito del Congreso de Intendentes, a la vez, se han generado consensos para promover el aprovechamiento conjunto entre varios departamentos de eventuales emprendimientos en esta área, que implicarían la recolección conjunta de residuos y la instalación de plantas para conversión de energía.Para este propósito también sería un buen instrumento la Ley de Participación Público-Privada (PPP), y el sentido común aconseja que se dediquen los máximos esfuerzos para tratar de materializar cuanto antes algunas de estas posibilidades en ronda, con la doble ventaja de contar con menos basura y más energía, en un proceso que hasta ahora lamentablemente se ha dado al revés.
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