Paysandú, Sábado 28 de Enero de 2012

Temprano para sonrisas

Opinion | 25 Ene Los desniveles educativos que tiene Uruguay y la imposibilidad de que se logren transformaciones reales que repercutan directamente en los estudiantes y sus posibilidades de educación y de posterior inserción laboral siguen siendo discutidos a nivel de gobierno.
En la víspera los líderes de la oposición lograron que el presidente José Mujica realice cambios en el máximo órgano de conducción de la enseñanza secundaria, le agregue un miembro, le dé doble voto al presidente en caso de ser necesario y establezca definitivamente la Universidad Tecnológica del Uruguay, en sustitución del Instituto Terciario Superior.
Los rostros felices y sonrientes de los dirigentes políticos al final del encuentro con Mujica revelaron con claridad su beneplácito por los logros obtenidos, entre los que se cuenta además que se haya reafirmado la vigencia del plan ProMejora.
Pero, conviene preguntarse si es con reuniones de este tipo que se solucionarán los graves problemas que afectan a la educación en el país, entre los que se destaca y se despega la inasistencia y el abandono de la educación formal por un número cada vez mayor de educandos, a lo que debe sumarse un mayor porcentaje de repetidores.
Quizás la solución no sea tan sencilla como remover a los directores que se oponen a los cambios propuestos, sino escuchar --por ejemplo-- la voz de los sin voz, de los jóvenes que van sin interés a los centros educativos, que no reciben una educación que les importe, que no entienden la necesidad de “perder” el tiempo pasando horas en establecimientos educativos donde, sostienen, nada se les enseña.
Sin dudas que las definiciones políticas alcanzadas en la víspera tienen sus cometidos, sus intencionalidades y sus objetivos. Y probablemente los alcancen. Pero hay que seguir preguntándose si las carreras que brinda la Universidad son las que realmente el conglomerado de estudiantes desea aprender, o si esa Universidad es de todo el país o apenas de un sector de los montevideanos, dicho esto a modo de ejemplo. O evaluar seriamente --y de una vez por todas-- los logros de un plan Ceibal que distribuyó muchas computadoras, solo para que la mayoría terminaran destrozadas, y que no son usadas realmente en clase porque los maestros y profesores no saben como adaptarlas a los programas.
El nivel educativo en Uruguay es muy bueno en las carreras tradicionales, pero no logra adaptarse al nuevo conocimiento que el mundo exige para el desarrollo. El tema es mucho más complejo que cambiar un director o agregar un cargo más. Es imprescindible establecer un verdadero plan de modernización y transformación de la educación en Uruguay.


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