Se fabrican y colocan en Uruguay

Locales | 29 Ene Horacio Tardugno es el segundo beneficiario de las prótesis que a través del Programa Nacional del Discapacitado (Pronadis), se construyen en el Laboratorio de Ortopedia y Ortesis instalado en Montevideo, por un convenio entre los gobiernos de Uruguay y Cuba. Su emoción aflora cada vez que recuerda los últimos 18 años de su vida, cuando en 1993 y luego del diagnóstico de una septicemia, comenzaron las amputaciones. Primero, las piernas, luego, las manos. Y su vida cambió, aunque el entusiasmo y sus ganas de vivir siguieron intactos. Probablemente Manuela, de 21 años, Matías, de 20 y Florencia, de 18 -sus hijos- tengan que ver en este proceso que ha sido admirado por todos. Aunque su caso no es el único porque hay otros 17 sanduceros que recibirán sus respectivas prótesis, su vinculación con diferentes actividades y su grito de ayuda en momentos de desesperación, lo hicieron conocido en nuestro medio. Este hombre de 50 años, papá de 3 jóvenes repite que más que su nombre, deberán figurar los referentes de la oficina local del Ministerior de Desarrollo Social (Mides), que han trabajado sin descanso para que los tiempos se acorten porque, desde su discapacidad, aprendió que los plazos se manejan con otras urgencias. “Discapacidad, sí, porque lo que tengo es una disfunción que no me permite caminar con mis piernas. Ese es el término correcto”, dijo Tardugno con total convicción. El primer par de prótesis que se colocó en octubre de 1994 fueron compradas con el apoyo de los sanduceros. Recuerda el alto costo en aquel momento y nuevamente lo emociona que hoy sean totalmente gratuitas para el beneficiario. “Lo que yo uso, cuesta hoy unos U$S 9.000”, dijo como para establecer un parámetro de comparación entre el ámbito público y privado.
El deseo
De un total de 32 sanduceros que fueron examinados por los técnicos cubanos, se puede calcular que en el territorio nacional, la cantidad de personas amputadas aumenta en forma sostenida, debido fundamentalmente a la alta siniestralidad en el tránsito y por accidentes laborales.
“Cuando alguien pasa por esto, ahí se comienza a ver la magnitud del problema social que se crea para las personas de bajos recursos que deben viajar al exterior y se encuentran con mayores limitantes que las que dispone la propia discapacidad. Además de los recursos económicos, nos vemos limitados en los recursos humanos, pues en Uruguay no hay técnicos formados en la especialidad. Hay que recurrir a lo privado y muchas veces, aún pagando, no se encuentran personas idóneas en la elaboración de prótesis”, indicó.
Tardugno compara este convenio con la “Operación Milagro”, a través de la cual miles de uruguayos de bajos recursos accedieron a la operación de cataratas, luego de años de espera. “Por eso, el convenio tiene que ir por más y capacitar a uruguayos que tengan vocación en las profesiones ligadas a la salud. En este caso serían Tecnólogos, pues la Licenciatura en Ortopedia y Ortesis deberá cursarse en Cuba, lo cual tampoco es imposible porque el acuerdo entre países deberá ampliarse y transformarse en una oportunidad laboral para los jóvenes”, remarcó. Tardugno asegura que “en Montevideo se necesitan al menos tres laboratorios para atender la demanda, otros dos en el Litoral oeste, uno para el centro del país y uno en la zona Este, porque el objetivo es que el discapacitado no viaje tantos kilómetros y a su vez, mejore el entorno familiar que también sufre”.
El premio
“Es imposible no emocionarme cuando me paro, y espero a bañarme para poder colocar las prótesis. Las cuido todo el tiempo. Son un premio, porque hubo momentos en que me cansé de pedir” y recuerda la frase que estaba en la puerta de una clínica privada que visitó en uno de los reiterados viajes que debió hacer al exterior: “No quiero piedad, quiero una oportunidad”.
“Ahora tengo la oportunidad y las ganas de vivir. Por eso, si te preguntan cuál es la noticia, deciles: ‘hay una persona que camina’; en mi caso nunca creí que iba a poder hacerlo en Uruguay”.