Paysandú, Sábado 04 de Febrero de 2012
Opinion | 30 Ene A veces uno se pregunta para qué sirven las estadísticas. Pues, a veces, para horrorizarse de este planeta con avances formidables en muchos campos. Pero, es que los avances no son globales, sino que llegan solamente a una parte de la humanidad, la más beneficiada. Las estadísticas revelan esas desigualdades y eso es lo que horroriza.
El 68% de las mujeres de entre 15 y 19 años en Ghana sufren de anemia. Lo mismo que el 66% en Senegal y el 57% en el Congo. Les faltan complementos como hierro, zinc y vitamina A en su dieta. Una tasa con esos nutrientes en polvo cuesta 25 centavos de dólar. No los tienen a su alcance. En cambio, se gasta un millón y medio de dólares por segundo en armas.
Una mujer promedio de Afganistán tiene 5 años de educación, y vive 45 años. Una mujer noruega, el país con mejor equidad y desarrollo humano, tiene 18 años de educación, y vive 83 años. Según la Organización Mundial de la Salud, debería haber no menos de 23 médicos o enfermeras cada 10.000 habitantes. En Somalia hay 1,5.
La crisis causada por algunos banqueros movidos por lo que Obama llama “la codicia desenfrenada” ha tenido consecuencias extremas en los mercados de trabajo. Mientras ellos fueron rescatados y siguen cobrando fortunas, hay según la OIT más de 200 millones de desocupados en todo el mundo, y el 40% de las fuerzas de trabajo mundial, 1.200 millones son considerados vulnerables por las condiciones en que trabajan o por lo poco que ganan.
A pesar de sus reiterados fracasos, se sigue probando el modelo económico ortodoxo que sólo trabaja para el 1% más rico. En Portugal como en otros países europeos, están en marcha los nuevos ajustes: aumentar en un 20% los pacientes que deben atender los médicos en hospitales públicos, subir el costo de esos servicios médicos, reducir a la mitad los presupuestos en educación. El Jefe de la misión del FMI en el país dice “los ajustes son un buen comienzo”.
En el 2012, seguirá la confrontación entre el modelo económico que le conviene a ciertos sectores financieros y las aspiraciones cada vez más extendidas a modelos inclusivos donde quepan todos.
Hoy, este planeta cuenta con generosos recursos, pero están muy mal distribuidos. Hay que hacerse escuchar para que las desigualdades se reduzcan. El ejemplo del movimiento de los indignados en Estados Unidos es bueno. En lugar de que la discusión fuera solo sobre déficit, lograron que se centrara en las grandes desigualdades. Pacíficamente, con acciones civiles, es tiempo de hacer algo concreto.
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