Paysandú, Lunes 06 de Febrero de 2012

Ante el despegue del transporte fluvial

Opinion | 31 Ene Cuando están en fase de terminación las obras de remodelación y refuerzo del muelle del puerto de Paysandú con vistas a la operativa con contenedores, sin dudas podemos decir que estamos en la reversión de un largo proceso de deterioro de la infraestructura de la terminal portuaria sanducera, que se ha dado a lo largo de décadas, pero sobre todo ante un acontecimiento que entraña un simbolismo muy especial para el departamento, el país y la región, como apuesta al futuro que es valedera por erigirse en instrumento de apoyo para generar el desarrollo sustentable.
La Administración Nacional de Puertos (ANP) se fijó como meta la reactivación de los puertos del Litoral ya desde la anterior administración y está respaldando los enunciados con inversiones que trascienden un período de gobierno, es decir las que realmente sirven al país porque constituyen instrumentos que son parte de la infraestructura que requiere imperiosamente.
Precisamente una cosa es el gasto público en determinadas áreas en las que es posible e incluso preciso recortar erogaciones en momentos delicados para la economía, y otra es la inversión en las obras que contribuirán al desarrollo y generar la sinergia de los sectores productivos, como es el contar con puertos operativos para la exportación de mercadería de gran volumen, en la que el costo del flete resulta fundamental para su rentabilidad y su posibilidad de competir en el exterior.
Felizmente, la apuesta de la ANP y de actores de la comunidad como la Comisión Intersectorial pro Puerto Ultramar de Paysandú (Cipup), así como la modesta cuota parte que pudiera tocar a EL TELEGRAFO como caja de resonancia del sentir de los sanduceros y prédica de décadas, tiene su premio ya en el hecho de que durante 2011 se haya duplicado el movimiento de cargas registrado en 2010, con un volumen de unas 120.000 toneladas.
Este acontecimiento no debe pasar de-sapercibido si tenemos en cuenta que hasta hace pocos años el puerto de Paysandú movía algunos miles de toneladas de azúcar y solo porque la industria local Azucarlito tuvo la visión de encarar esta apuesta logística mediante la importación de materia prima en barcazas por la Hidrovía Paraguay-Paraná- Uruguay a efectos de proseguir su actividad como refinadora de azúcar.
No es menos cierto también que las dos últimas administraciones de la ANP, con Fernando Puntigliano, Gastón Silbermann y Alberto Díaz a la cabeza, en forma sucesiva, han acompañado el verbo con la acción y han cumplido con la palabra empeñada ante los sanduceros y el país todo, dando muestra de seriedad y compromiso con Paysandú y la región, lo que no es poca cosa en un país donde los organismos del Estado no suelen destacarse por esta disposición.
Además de la inminente culminación de las obras, por un monto muy significativo, la ANP ha anunciado que a partir de marzo comenzará el montaje de la grúa portacontenedores en el extremo sur del muelle de cabotaje, donde ha sido construida la base para albergar la maquinaria de origen austríaco. Esto marcará un antes y un después en cuanto a la proyección del puerto de Paysandú en la región, con un paso diferencial que nos permitirá una conexión activa para coparticipar en cargas en complementación con el puerto uruguayense y las terminales de Nueva Palmira y Montevideo, en base a la capacidad y perfil de cada puerto.
Por supuesto, si bien principio quieren las cosas, también se hace camino al andar, y en estos emprendimientos la valoración que realmente tendrá validez es la evaluación que se haga en el mediano y largo plazo, y este es precisamente el sentido de la reafirmación de la apuesta al transporte fluvial que se abandonó durante tanto tiempo.
La inversión en logística, como en los puertos del Litoral y sobre todo los ubicados en el norte del río Negro, en la reactivación del ferrocarril, como la infraestructura que apunte a contar con un puerto seco en Rivera mediante enlaces carreteros y ferroviarios que permitan un transporte seguro y fluido de mercaderías, los acuerdos para financiar inversiones en el corredor bioceánico por encima de coyunturas y de gobiernos, es un factor diferencial que hoy puede parecer utópico o lejano, pero cuya concreción no debe desdibujarse, porque es de interés supremo, por encima de los avatares y del partido que esté en el gobierno. Por lo tanto debe ser parte de la política de Estado --que nos debemos los uruguayos-- para encarar los desafíos del futuro con una visión más optimista y lo que es mucho mejor, realmente bien fundada.


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