Paysandú, Lunes 06 de Febrero de 2012
Opinion | 03 Feb La buena noticia es que la industria de la construcción florece y necesitará --según sus propias previsiones-- diez mil trabajadores más para completar la demanda laboral que permita cumplir con aquellas construcciones ya pactadas y en desarrollo. La bonanza trae aparejado un problema importante, como es la falta de suficiente mano de obra calificada, por lo que los industriales han pedido al gobierno que se autorice el reingreso de los jubilados que estén dispuestos y se reduzca a 16 años la edad mínima para ingresar al mercado laboral de la construcción.
Así lo confirmó el presidente José Mujica, quien se mostró proclive a aceptar que los jóvenes ingresen antes al mercado laboral de la construcción, aduciendo que primero serán capacitados, lo cual no puede ponerse en duda.
Pero, lo que si hay que considerar es si por una demanda circunstancial del sector de la construcción el Uruguay va a permitir que miles de jóvenes no terminen la enseñanza secundaria para comenzar a trabajar en el duro oficio de los albañiles. Uruguay hoy se preocupa por los magros resultados educativos que obtienen los alumnos y se prepara para una gran reforma a partir del consenso de todos.
En ese contexto, pensar que hacer que los jóvenes abandonen sus estudios porque en el Uruguay 2012 se necesitan más brazos de los que hay disponibles para levantar paredes, no parece el mejor camino, ni el ideal de país que se debe construir a partir de una juventud preparada y educada para enfrentar los desafíos de un mundo que hoy vive la revolución del conocimiento.
Un joven de 16 años no ha concluido el ciclo de secundaria de seis años. Por tanto, no estará en condiciones de acceder a estudios terciarios, sean carreras cortas o las tradicionales más extensas. Un país no puede desperdiciar una generación entera de sus jóvenes solamente porque hay una demanda circunstancial de trabajo. Ya hay sobrados ejemplos de las crisis que el mismo sector de la construcción ha soportado años atrás y de la cantidad de puestos que se perdieron en esa área.
Por otro lado, desde España hay un número creciente de uruguayos que piden ayuda al gobierno para retornar debido a su condición de indocumentados.
Perfectamente, al menos parte de esos uruguayos que desean volver al país pueden ser derivados rápidamente al sector de la construcción que tiene demanda concreta y urgente. Para los repatriados sería asimismo una solución rápida y concreta de volver a trabajar en el corto plazo, lo que no siempre se logra.
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