Opinion | 04 Feb Con el paso de los días se va atenuando el impacto, como ocurre en tantos órdenes, por idiosincrasia pero seguramente también por acto reflejo defensivo del ser humano ante situaciones que considera traumáticas, de hechos que en su momento generan conmoción y que luego van quedando en el olvido, hasta que alguna situación fortuita o relacionada las traen nuevamente al tapete y nos remueve para indicarnos que quedan cosas pendientes de resolver.
Así, tenemos que si bien la Policía ha identificado y la Justicia procesado --incluso con prisión-- a los culpables del robo de la pistola de Lavalleja del Museo Histórico Departamental, la valiosa pieza sigue sin aparecer, pese a que el autor material del hurto conoce perfectamente su ubicación y sobre todo quien le encargó la comisión de este delito.
Por supuesto, nuestra legislación está fallando por la base si nos encontramos con que ante estos hechos no hay formas legales de obtener la información que permita su recuperación o en su defecto, aplicar un castigo ejemplar, ante eventuales nuevas acciones, a quienes actúan de esta forma, con total desconsideración y agresivamente contra la sociedad toda.
Esto naturalmente tiene su origen en la inseguridad y la impunidad de la que se sirven antisociales, y la forma que a los uruguayos de a pie nos queda de manifestarnos contra este atropello es recordando una y otra vez el episodio para tenerlo siempre presente.
Pero también debemos traer a colación, para que no siga en el olvido, el caso del robo de la bandera de los 33 Orientales, antes de la dictadura, por el grupo subversivo de izquierda OPR 33, que integraba el actual subsecretario del Interior, Jorge Vázquez, hermano del ex presidente de la República Tabaré Vázquez.
Cuando se han creado comisiones de defensa del patrimonio, se han hecho numerosas investigaciones y excavaciones para encontrar cuerpos de desaparecidos y se ha indemnizado incluso a familiares de las víctimas, como el caso de Macarena Gelman, corresponde también que desde el gobierno se designe un grupo de expertos que con el mismo ahínco se encarguen de citar testigos y revisar documentación, para identificar el lugar en que está escondida la bandera original de los 33 Orientales, que nos pertenece a todos los uruguayos y que es un enorme pedazo perdido de nuestra historia, de nuestra identidad como nación independiente.