Paysandú, Sábado 11 de Febrero de 2012
Locales | 05 Feb La Clementina, murga. Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval. Actuación: 41 minutos. Anfiteatro del Río Uruguay. Jueves 2 de febrero 2012.
Abrir el concurso de carnaval nunca es sencillo. En una noche lluviosa menos aún. Pero, la murga debutante, --aunque en su integración hay unos cuantos años de experiencia y trayectoria en el escenario oficial y en los tablados--, no dudó en “salirle al toro” y presentó su propuesta, dentro del estilo de murga de crítica política y particularmente contra el gobierno departamental.
Vestidos de blanco, con vivos de diferentes colores, como oro, rosa, verde, azul y con un detalle muy interesante en el vestuario, como es el uso de guantes, los 18 integrantes de la murga, llegaron al escenario “Lonjas de la Covacha” en un viejo tranvía desde allá lejos hasta este siglo XXI, en el que la sociedad sigue teniendo sus claroscuros.
La letra recuerda lo que califica como “vandalismo municipal” (la tala del eucalipto colorado en el teatro de verano); fustiga a las aparcerías que van a la meseta “para engordar” comiendo -sostiene la murga- el asado que le paga la Intendencia; pide que se resuelva dónde están los restos de Leandro Gómez. En el ámbito nacional, apenas si tímidamente critica la “confusión” del Pepe con Cristina y fustiga con severidad la posibilidad de que presos por delitos de derechos humanos queden en libertad por edad avanzada porque “la vejez no redime a un asesino”.
Musicalmente es un concierto de guitarra mucho antes que una murga, hay un claro uso excesivo del instrumento de cuerdas. Esto puede deberse a las deficiencias del coro --que las tiene y son varias- - y las cuerdas dan el tono; o que no tiene una buena batería.
El coro, como queda dicho tiene deficiencias claras y no convence. Empezó muy desafinado y aunque poco a poco fue encontrando el tono, volvió a decaer varias veces.
Hay mucho trabajo por hacer, más allá que la murga trata de salvar esa falencia basándose en los solos extensos (un viejo truco cuando el coro no canta como debiera).
Una presentación despareja, de una murga que vuelve por el camino de la protesta partidaria. Un estilo que generalmente apunta al aplauso fácil, pero sin la debida creatividad, porque --se ha dicho más de una vez-- lo que importa es la forma satírica en que se transmite el mensaje. Y aquí la sátira no está. E.J.S.
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