Paysandú, Sábado 11 de Febrero de 2012
Locales | 08 Feb A las 3.30 de la víspera, una furiosa tormenta de lluvia, acompañada en algunos lugares de la ciudad por fuertes ráfagas de viento de hasta 75 kilómetros por hora puso inquietos a vecinos en diferentes barrios de la ciudad, aquellos que el domingo anterior habían sufrido la peor parte de la torrencial lluvia. A las 4.30, los vecinos de Los Alamos comenzaron como podían a sacar algunas pertenencias a la calle paralela a Dr. Roldán y a cubrirlas, con la intención de preservarlas de la correntada que era inminente llegaría a sus casas. Otros, tomaron sus carpas de camping y las levantaron en la misma calle, donde ubicaron precariamente a los más pequeños de cada hogar.
“Cuando comenzó la lluvia me desperté y ya no pude dormir más”, dijo una vecina que vive sola con sus cuatro hijos. “Cuando vi que se nos iba a inundar de nuevo, corrí a la casa del padre, que vive cerca, para que venga a buscar a los chicos y se los llevara. Cuando volví el agua estaba entrando ya por el fondo”, agregó.
Escenas como ésta se repitieron en Los Alamos, el barrio que de acuerdo a la promesa de la Intendencia de Paysandú será realojado, con el aporte económico del Ministerio de Vivienda. Pero no solamente allí la fuerte lluvia provocó inundaciones repentinas, sino que en otros lugares de la ciudad, como el Park Way, también hubo casas inundadas.
Al mediodía, 34 personas (27 niños y siete mayores) habían sido evacuadas al refugio La Heroica (preparado para atender hasta 70 personas en emergencia, además de las personas que habitualmente atiende) y un número no determinado, pero menor, fue evacuado hacia la capilla del barrio Norte.
El Comité Departamental de Emergencia se activó a las 4.30 de la mañana y se mantiene en alerta máxima. En tanto, la Dirección Nacional de Meteorología volvió a instalar el alerta naranja para Paysandú y otros departamentos hasta el mediodía de hoy.
EN TODA LA CIUDAD
Aunque se atendieron emergencias en toda la ciudad, el grueso de la actividad se concentró desde las 10 en Los Alamos, en paralela a Dr. Roldán y Antonio Estefanell. No obstante, también se realizaron asistencias en toda el área urbana. La Dirección de Paseos Públicos, con dos equipos de poda, atendió diez llamados por caídas de árboles y podó ramas de otros que estaban poniendo en riesgo el tendido eléctrico. Los servicios de electricidad, teléfono y cable atendieron decenas de llamados y continuaban trabajando al atardecer.
LOS ALAMOS MOVILIZADO
A media mañana la lluvia había reducido su intensidad y era ya tenue llovizna. En Los Alamos, los vecinos de las 17 familias (más de cien personas en total, pues hay familias con 8 y 9 hijos) caminaban sin entrar en sus hogares. Entre el barro y gran humedad, hombres, mujeres y algunos niños miraban con desconsuelo el panorama. Las paredes mostraban la marca del agua a un metro aproximadamente de altura. Los 76 milímetros llovidos (que sumaron 249 contando los del domingo) habían hecho salir presurosos a los vecinos como pudieron.
Una recorrida por algunas de las casas mostró lo que los vecinos no se cansaban de repetir: “Lo poco que teníamos está destruido. No nos queda nada”; “con mucho sacrificio compré un ropero nuevo y ahora de nuevo está todo destrozado”; “se me cayó el calefón, no aguantó, las paredes no dan más”. Y así por el estilo.
CASAS DE MADERA
Los vecinos, en una suerte de asamblea abierta, fueron madurando la idea de pedirle a la Intendencia que al mismo tiempo que organizara el realojo definitivo, les diera como alternativa vivienda en un terreno que no sea inundable. “De madera estaría bien. Por lo menos estaríamos secos y no seguiríamos perdiendo las cosas como ahora”.
Pero horas después, el encargado de la Unidad de Vivienda, Nicolás Olivera, en conjunto con los vecinos, decidió descartar esa idea. “No sería inmediato tampoco, pero especialmente habría que llevar los servicios de agua y electricidad, y hacer fosas sépticas. Se invertiría mucho dinero y tiempo en algo que no es la solución que buscamos, pues lo que vamos a hacer es un realojo definitivo, por construcción mutua, con viviendas dignas y duraderas”, dijo a EL TELEGRAFO Olivera.
LARGO DÍA DE TRABAJO
“Desde las 4.30 estoy levantado y solamente descansé media hora, pero bueno, es mi trabajo y se cumple con satisfacción porque estamos ayudando a la gente”, comentó al atardecer Emilio Roque Pérez, presidente del Comité Departamental de Emergencia. Algo similar dijo Carlos Monzón, el secretario del mismo, quien recorrió Los Alamos junto a asistentes sociales, determinando las necesidades primordiales. La Intendencia repartió 55 colchones de una plaza, 35 canastas de emergencia y canastas de limpieza.
NUEVAS ÁREAS AFECTADAS
Las últimas lluvias, la del domingo y la de ayer, afectaron áreas que no eran habitualmente inundables. Un caso es la continuación al norte de Los Alamos. Una vecina de esa zona, que en la víspera tuvo el agua “demasiado cerca” dijo que “en ochenta años que vive la familia acá jamás se había inundado. Fue después de la obra de entubamiento del arroyo La Curtiembre que todo cambió. Hace dos años tuvimos el agua dentro de la casa y en estas dos últimas lluvias el peligro estuvo presente una vez más”.
“Ni siquiera en la creciente de 1959 el agua llegó; pero ahora cualquier lluvia nos pone en peligro. Todo cambió y cambió para mal. No sabemos qué pensar, pero claramente la obra es la causante de algún desnivel que nos ha perjudicado seriamente”.
Por las dudas, su familia ha pasado estos días con la ropa en bolsa y los muebles de menor peso sobre los más robustos, en previsión de que una torrencial lluvia los vuelva a inundar.
MESA INTERINSTITUCIONAL
La Mesa Interinstitucional de Políticas Sociales, en su primera reunión del año en la víspera, resolvió dar prioridad a las propuestas de vivienda para responder a demandas acumuladas, entre ellas los barrios que necesitan relocalización.
En este sentido, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente informó que desde el año 2010 se estableció como prioridad la relocalización de tres barrios de la ciudad, transfiriendo un monto de 8 millones de pesos a la Intendencia de Paysandú para la compra de terrenos.
En el momento actual existe un equipo interdisciplinario contratado para el proceso de relocalización de estos barrios.
Este comunicado dado a conocer anoche incluye a Los Alamos, como lo subrayó a EL TELEGRAFO Carlos Damico, coordinador del Mides en Paysandú. Damico, que junto a representantes del INAU se trasladó a Los Alamos al mediodía, hizo énfasis en que “el realojo de esas familias no puede demorarse, hay que actuar rápidamente, tal y como lo determinan las políticas a nivel nacional”.
“El efecto de cambio climático afecta en Paysandú a más de trescientas personas que viven por debajo de la cota del río Uruguay, por lo que viven en lugares inundables e inapropiados. Necesitan urgente realojo y dentro de eso se encuentra Los Alamos”, subrayó.
“El dinero para el realojo fue enviado y hasta ahora no utilizado, por lo que claramente lo que falta es voluntad política. Lo que necesitamos es que se ponga en marcha el proceso, porque el dinero está. La Mesa está decidida a que esto se cumpla a la mayor brevedad”, enfatizó.
MALA NOCHE EN MAL LUGAR
Cuando la noche llegó, decenas de personas continuaban moviéndose entre las casas y en la calle, en Los Alamos. Mientras las autoridades prometen una “solución definitiva”, en pleno verano se sentía frío en las casas llenas de lodo y humedad. La mayoría de los niños habían sido enviados al refugio, la capilla o a casas de parientes. Las autoridades presionaron durante el día para que así fuera, en cumplimiento de la ley 18.787, después que una médica levantara un acta en la cual destacaba las deplorables condiciones de la zona para las personas. La ley se refiere a personas en “situación de intemperie completa”, pero se aplicó por el riesgo de contraer enfermedades.
Las casas mantenían la electricidad y el agua potable. Dos, quizás tres carpas aún estaban armadas y allí dormirían algunos vecinos anoche. Algunos tomaban mate, otros fumaban; todos miraban al cielo. No podían dejar de pensar que se había declarado alerta naranja (riesgo importante), no podían apartar de su mente el agua entrando imparable en sus hogares y arrasando todo, por poco que fuera. Y querían adivinar si llovería o finalmente podrían dormir, aunque entre la humedad, el barro y “este olor insoportable, que nos envuelve”, como dijo una vecina, no iba a ser fácil. Alguien recordó que la Intendencia no les trajo frazadas, “aunque lo prometió delante del intendente”. Y que en la madrugada el frío no iba a perdonar.
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