Paysandú, Martes 14 de Febrero de 2012
Opinion | 08 Feb Seguramente no existe rincón del Estado donde no exista burocracia que conspire contra los intereses del ciudadano común, de los actores privados y aún de otros organismos del Estado respecto a obtener respuestas en tiempo y forma a sus necesidades, pero este obstáculo adquiere inusitada gravedad cuando se manifiesta en el área de la salud, como ocurre desde el fondo de la historia en nuestro país.
Como hemos señalado reiteradamente nuestras páginas, el gran postergado en la problemática de la salud, sobre todo en cuanto a los servicios de alta tecnología, es el interior del país, y fundamentalmente la población que reside al norte del río Negro, donde por la lejanía de los centros altamente especializados de Montevideo –que por supuesto pagamos todos los uruguayos— están en clara desventaja en cuanto a calidad de atención y sobre todo en tratamientos de urgencia y complejidad.
Siguen pasando los años y aunque cambian los gobiernos, la situación prácticamente sigue igual.
A través de un relevamiento del diario capitalino El País, en el que se reunió información sobre los centros de alta tecnología existentes en el país, ha surgido por ejemplo que el único resonador magnético del interior del país se encuentra en una institución mutual de Canelones que fue habilitado por el Ministerio de Salud Pública a solo cincuenta kilómetros de Montevideo, cuando existen pedidos de varias instituciones del norte del Río Negro y el Ministerio de Salud Pública todavía no ha “decidido” la autorización, pese a contar desde hace años con los expedientes en trámite.
Aunque esta situación es una “novedad” para los montevideanos, es harto conocida en Paysandú, desde que Comepa hace casi 8 años que viene pidiendo la bendición del Ministerio de Salud Pública precisamente para adquirir un resonador magnético y aún cuando en 2007 al inaugurarse el nuevo edificio del Sanatorio Modelo de Comepa, la entonces ministra de Salud Pública, doctora María Julia Muñoz, había comprometido que autorizaría la instalación del equipo, todavía no se concretó.
Pero lo realmente insólito es que la secretaría de Estado haya encontrado “justificación” para autorizarlo en Canelones, a tan solo unos pocos kilómetros de Montevideo, donde están todos los equipos de este tipo en el Uruguay, mientras siguen esperando años y años las solicitudes que han formulado instituciones de Salto, Paysandú y Young para instalar el primer resonador magnético del norte del río Negro, es decir de localización regional para efectivamente atender al ciudadanos del Interior que necesitan este equipamiento lo más cerca posible.
El director general de Salud, Yamandú Bermúdez, en declaraciones a El País, explicó los términos en que está planteada la situación, y dijo que las diferencias que existen en materia de acceso a la tecnología entre el Interior y Montevideo se deben a que ésta ha ido evolucionando y que si bien antes bastaba que los equipos estuvieren disponibles en la capital, en los últimos años eso cambió.
Indicó que “dentro del concepto de descentralización (¿?) que tenemos planteamos la necesidad de contar con más tecnología al norte del río Negro”. Agregó sin embargo que la adjudicación de los equipos debe seguir al menos dos conceptos que son clave para el ministerio: que esté al servicio tanto para el sector privado como el público, siguiendo modelos de complementación, y que cubran una región, no solo una ciudad puntual.
En el caso del Interior sostuvo que no es necesario un resonador en cada departamento, pero a la vez admitió que en una región tan amplia como el norte del río Negro no alcanza con uno solo.
Respecto a las demoras en la autorización, por rémoras burocráticas, indicó que cuando un expediente se presenta y el prestador de salud pasa meses sin reclamar, el mensaje que da éste al ministerio es que no tiene interés en que la gestión se realice. Esa “discontinuidad” en las gestiones no ayuda, observó.
La cosa no es tan sencilla como la plantea el director, evidentemente. La gran responsabilidad de que no se atienda en tiempo y forma los legítimos planteos de instituciones del Interior es del Ministerio de Salud Pública y de nadie más. No es de recibo el argumento de que las instituciones deben de seguir rogando eternamente para conseguir una simple autorización para comprar equipos médicos, sino que las autoridades ministeriales deben dejar de percibir el país solo desde la realidad montevideana.
Sin dudas que les falta recorrer el país, dejar de verlo solo a través de lo que les transmiten directores de centros de salud que están en sintonía política y dependencia con el gobierno y el ministerio, y abrirse a las inquietudes de las comunidades a través de otros actores representativos, para contar con elementos de juicio valederos.
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