Paysandú, Martes 14 de Febrero de 2012
Rurales | 10 Feb En Estados Unidos, en una granja perteneciente a la Universidad estatal de Utah, el profesor de genética Randy Lewis y sus colaboradores han logrado algo que parece ciencia ficción: cabras que producen en su leche seda de araña, un material de alto valor comercial por su gran fortaleza y elasticidad.
“Lo que hicimos fue tomar de las arañas el gen de la producción de seda y ponerlo en un segmento de ADN que copia exactamente las mismas secuencias de control de ADN en la cabra, de forma que la proteína en el gen que extrajimos sólo será elaborada en la ubre cuando la cabra produce leche”, explicó a BBC Mundo Lewis.
Cuando se obtiene la leche, es preciso separar y filtrar por un lado los glóbulos de grasa y, por otro, la proteína.
“Luego la concentramos, la precipitamos con una solución de sal y obtenemos proteína relativamente pura de seda de arañas, que puede hilarse”, explicó el investigador, según reproduce Conexión Tecnológica. Las “cabras araña”, como se ha llamado a los animales usados en la investigación, son ejemplo de un nuevo y polémico campo conocido como biología sintética, un término amplio en el que se incluyen diversas formas de manipulación de ADN y, fundamentalmente, la introducción de nuevo material genético en un organismo.
La seda de arañas es entre tres y cuatro veces más fuerte que el Kevlar, material utilizado en chalecos antibalas, y es más elástica que el nailon. Lewis y su equipo esperan iniciar en un año las primeras pruebas en animales, de potenciales aplicaciones médicas para la seda. “Por ejemplo, para reemplazar o reparar tendones y ligamentos o regenerar tejido óseo o para suturas.
Algunos estudios sugieren que al introducirse en el cuerpo no causarían inflamación”. También podría utilizarse para la elaboración de bolsas de aire para vehículos (airbags), equipo deportivo y cuerdas de paracaídas. “Nos contactó por ejemplo una compañía que fabrica barcos de navegación a vela”, dijo Lewis. Hasta ahora el material no está disponible comercialmente porque no se han generado cantidades suficientes, pero esperan incrementar la producción en corto plazo.
“Acaba de nacer una nueva generación de cabras. En los últimos tres días nacieron cinco bebés y esperamos comenzar el ordeñe en un par de días”, señaló el científico.
En Estados Unidos, el trabajo de Lewis está regulado por la agencia sobre salud y medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), así como por el Departamento de Agricultura. La leche, por ejemplo, sólo puede ser utilizada para esta investigación y las cabras no pueden entrar en contacto con otros animales. Al morir deben ser incineradas.
Para Lewis, su trabajo no es diferente en esencia de la selección animal tradicional que ha tenido lugar durante cientos de años. “Lo que hacemos no difiere de lo que realizaron los agricultores que comenzaron cruzando cabras hace siglos. En mi opinión es mucho peor lo que hacen los criadores de perros a veces, al cruzar un labrador con un animal mucho más pequeño. En nuestro, caso sólo hicimos un único cambio genético, sabemos exactamente cuál es y cuáles son los resultados”.
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