Paysandú, Miércoles 15 de Febrero de 2012
Locales | 12 Feb “... arrojada la primera semilla, otros más hábiles y pacientes que nosotros, han de sentir emulación para realizar una obra más acabada y útil”.
Esta frase de Setembrino Pereda que aparece en su magnífica obra “Paysandú y sus progresos” de 1896, desde que la leí, hace unos años atrás, se ha convertido en una de mis favoritas al momento de investigar en historia local y regional.
A ella, sumo “¿Casa Blanca? ¿Casas blancas? ¿Pronunciamiento o levantamiento? ¿11 de febrero de 1811? , que fue uno de los subtítulos del trabajo “Paysandú en tiempos de la admirable alarma” solicitado y editado por el diario EL TELEGRAFO, que realizamos con un excelente grupo de personas-amigas en el año 2006.
Y si cada día me convenzo más de las acertadas palabras de uno de los intelectuales olvidados de Paysandú, como lo es Setembrino Pereda, en el tema histórico que significa “la conspiración de Casablanca”, aún más acreciento su validez, principalmente por lo vivido el año pasado.
Porque ha sido un tema controvertido --en el ámbito local-- en el año del Bicentenario del inicio de la Revolución Oriental, apareciendo distintas y hasta a veces, enfrentadas posiciones de su existencia y de su significación. Así, tanto en el plano periodístico, como hasta editorial, en el teatral, en el educativo y por supuesto en el mundo globalizado de internet.
Hoy a doscientos y un año lo sigue siendo. Me congratulo con ello. Los historiadores trabajamos en base a fuentes escritas y orales, junto a todo los que las Ciencias colaboradoras de la Historia pueden aportarnos. Estudiamos, interpretamos y presentamos nuestras conclusiones. Pero siempre respetuosos de nuestras distintas posiciones en una discusión enriquecedora que llevará al lector, al fin al ciudadano común, a tomar la posición que considere más adecuada. Pero nunca, repito con énfasis, nunca, tratándonos de que faltamos a la verdad.
El sujeto de la Historia es el hombre. La Historia estudia y analiza sus hechos a través del tiempo, con la mayor objetividad posible -- como ciencia humana que es-- pero con la diversidad de miradas que los historiadores pueden tener. El tema de las mentiras en la historia es otro tema.
¡Qué atrevimiento considerar faltantes de la verdad a Setembrino Pereda, Baldomero Vidal, Ariosto Fernández, Isidoro de María, Aníbal Barrios Pintos o Juan Pivel Devoto! Podremos compartir o disentir con ellos, pero son maestros de nuestra historia.
Por lo que no viene mal recordar algunos de estos aportes al respecto.
Este hecho histórico “la conspiración de Casablanca” fue estudiado por algunos historiadores uruguayos, con fuentes y bibliografía diversos.
Isidoro de María, fue el autor que en la “Biografía de Artigas”, de 1879 impresa en “Hombres Notables de la República Oriental del Uruguay”, cita por primera vez este acontecimiento. Se considera por tanto, la más antigua fuente bibliográfica en este tema.
También lo hacen Benigno T. De Martínez en “Apuntes históricos de la Provincia de Entre Ríos”(1881), y en 1883, Antonio Zinny en “Memoria” autobiografía del general José Rondeau en la “Historia de la Prensa del Uruguay”.
Francisco Bauzá en sus páginas de la completa “Historia de la Dominación española en el Uruguay “de 1887, un referente para la historiografía nacional cita el tema de Casa Blanca de 1811.
En lo que respecta la Historia local, en el “Paysandú y sus progresos”, del año 1896, el historiador sanducero Setembrino Pereda , expresa: “Paysandú ha sido belicoso y patriota desde los primeros albores de la revolución americana”. En 1811, respondiendo a las exhortaciones del General Artigas, varios patriotas concertaron los medios de plegarse al movimiento de Mayo, á cuyo efecto se reunieron en Casa Blanca, para cambiar ideas y dar forma factible á su pensamiento.”
Ya en el siglo XX, en otro referente de nuestra historia local, la publicación de “El Diario” de 1933, donde escribe Baldomero Vidal, subtitula a uno de los principales hechos de la Historia patria realizados en el departamento de Paysandú como de “Levantamiento o fracaso de Casa Blanca”, precisando “...el lugar donde fueron sorprendidos los conjurados de Paysandú, el 11 de febrero de 1811 queda sobre la costa del Río Uruguay, a unos 20 kilómetros al Sur de la ciudad de Paysandú, en las inmediaciones del conocido saladero de Casa Blanca, hoy Industrias Unidas...”
Afirmando más adelante “Nos parece más aceptable lo que nos dice D. Clemente Almagro y Paredes: esa era la estancia de mi abuelo, D. Tomás Paredes .Como era la única casa de material que había en la costa por un gran trecho y por ser ese edificio muy visible desde lejos, los barqueros la tomaban como uno de los puntos indicadores de las distancias de su ruta y la llamaban ‘la Casa Blanca’. Eso hizo que toda esa región tomara ese nombre...”.
Allí hay una foto de lo que también se llamó “ruinas de Paysandú”, donde aparece Baldomero Vidal con otras personas. También Setembrino Pereda visitó el lugar y registró una fotografía del mismo. Recordemos que estas “ruinas” van de la mano con la versión de que allí fuera originalmente fundada la ciudad de Paysandú.
En el año 1962 aparece en la publicación de la Junta Departamental de Montevideo con la dirección del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay titulado “ La Revolución de 1811 en la Banda Oriental” un artículo del Prof. Ariosto Fernández con otra perspectiva del tema, en el que cuestiona tal acontecimiento por las dudas de la fecha propuesta por algunos e ignoradas por otros investigadores, el papel que jugó Francisco Ramírez, después caudillo entrerriano y la prisión posterior de éste y de Jorge Pacheco.
Por último, comparto las expresiones del investigador Luis Bonavita en la introducción al volumen IV del Archivo Artigas:
“Don Tomás Paredes fue el revolucionario que en Paysandú llevó la voz de Asencio. Cuando repitió en las pulperías del pueblo a quien quiso oírlo, que “se haría voluntario verdugo de todo español europeo” que encontrara en su camino, señaló el carácter violento que tomaba la revolución, y que si cedió luego en su rigidez y dureza originaria, se debe al cuidado que puso Artigas en humanizarla. Exceptuando a don Jorge Pacheco, muy pronto relegado a planos secundarios, los rebeldes de Paysandú, supieron actuar con eficacia en su ambiente, promoviendo la revolución por todos los medios a su alcance.
Así los sacerdotes que leían y explicaban en la iglesia el sentido de los sueltos políticos de “La Gaceta” de Buenos Aires, merecían bien las palabras de Salazar cuando aseveraba que no conocía a un sacerdote que no estuviera contagiado de “las perversas máximas de la Junta Revolucionaria”. Pudo haber exceptuado --acaso por malquerencia para con Buenos Aires-- a Pérez Castellanos.
Pero el ejemplo del sabio religioso del Miguelete no lo seguían ni Silverio Martínez, fogoso cura de Paysandú, ni el dominico Ignacio Maestre. Con Delgado, del Cerro y Francisco Bicudo la legión de patriotas sanduceros de la primera hora de la revolución, alcanza ya una extensión honrosa.”
Paysandú inició los festejos del Bicentenario del inicio de la Revolución Oriental de 1811, el año pasado, con este acontecimiento. Una oportunidad no sólo para los lugareños de conocer este hecho y hasta su controvertida significación en el contexto nacional.
Podremos discutir su fecha precisa, los que participaron y el lugar exacto de su reunión.
Pero no dejaré de sostener su razón: pensar y discutir los alcances de una propuesta revolucionaria inicial en nuestra Banda Oriental, en nuestro Paysandú.
Es el año de 1811 el de “la admirable alarma”. Denominación que le dio José Artigas a este momento. “La admirable alarma que simpatizó la campaña toda, y que hará su mayor y eterna gloria”, en su correspondencia desde el Cuartel General del Daymán el 7 de diciembre de 1811 cuando le escribe a la Junta Gubernativa del Paraguay.
La “¡Guerra al Godo!” caracterización de esta etapa inicial de nuestra Revolución Oriental, que realiza el historiador Alberto Zum Felde, se hace presente en Paysandú en febrero de 1811.
Un tema controvertido por su fecha o lugar exacto, por sus participantes, pero lo que no es discutido es el valor de aquellos sanduceros de entonces como Tomás Paredes, Silverio Martinez y Francisco Bicudo. Considerados “contrarios declarados del gobierno de Montevideo y adictos a la Junta de Buenos Aires” quienes con el Capitán de Blandengues Jorge Pacheco “diariamente” tertuliaban en Casa del Cura de Paysandú.
Así “la conspiración de Casablanca” es un mojón de nuestra historia revolucionaria. Una presencia de Paysandú en el camino a la libertad. Un grupo de patriotas de la región, que en esta tierra sanducera, decide informarse, conversar y proclamar que quieren ser LIBRES.
Un tema polémico que no deja de ser un tema atractivo.
En fin, un tema más de nuestra historia local, para seguir investigando.
Prof. María Julia Burgueño
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