Paysandú, Jueves 16 de Febrero de 2012
Opinion | 15 Feb Recientemente tuvo lugar en la sala 1º de Julio de EL TELEGRAFO un sencillo acto en el que asociaciones de pasivos de Paysandú expresaron su reconocimiento a la gerente saliente de la sucursal Paysandú del Banco de Previsión Social (BPS), Marilyn González, y a la vez se recibió al nuevo titular de este cargo en nuestro departamento, Richard López. Lo que en principio puede parecer como un acontecimiento de carácter social y de manifestación de cortesía, en realidad tuvo un sentido mucho más profundo para nuestra comunidad ante la problemática que involucra.
Precisamente integrantes de la Sociedad Sanducera de Jubilados y Pensionistas, Asociación Sanducera de Jubilados y Pensionistas, Asociación de Maestros Jubilados, Asociación de Jubilados y Pensionistas de Paysandú, y la Federación de Jubilados de Ancap, junto con “Pasividades” de EL TELEGRAFO, creyeron del caso en esta oportunidad expresar su reconocimiento público a la gerente saliente ante la labor desplegada al frente de la sucursal, durante la cual se practicó una gestión “de puertas abiertas” a la vez de una especial apertura a las inquietudes de la prensa local, bajo la premisa de que el funcionario del Estado, desde el más encumbrado hasta el más modesto, es un servidor público y como tal debe actuar en cualquier situación.
Marilyn González, al dar cuenta de las premisas sobre las cuales desarrolló su gestión, manifestó asimismo que el organismo desde un tiempo a esta parte ha planteado a los gerentes de sucursales que se abran a la sociedad tratando de ver y actuar ante las respectivas problemáticas, sobre la base de un trato fluido y continuo.
Y si bien todo indica que su sucesor habrá de desplegar una tarea sobre los mismos parámetros, como manifestara en la oportunidad –sobre lo que por supuesto corresponde abrir la correspondiente carta de crédito y desearle el mejor de los éxitos-- no es menos cierto que esta actitud de funcionarios del Estado, que se ha destacado en esta instancia, debería ser la regla y no la excepción.
Los pasivos sanduceros, y seguramente la enorme mayoría de los usuarios que son atendidos en el BPS --trabajadores y empresarios-- comparten el tenor de este reconocimiento, más aún cuando tal disposición y transparencia no es normal en el sistema público. De hecho es más común en los organismos públicos encontrarse con funcionarios celosos de su cuota de poder, poco dispuestos a facilitarle las cosas al ciudadano común ante una maraña burocrática que sólo ellos pueden desentrañar, y cuya arma más temida sigue siendo –aún en estos tiempos en que hasta los escolares hacen todo por computadora— el sello de goma.
Corresponde entonces traer a colación algunos aspectos de la gestión de la jerarca al frente de la sucursal, la que incluyó cursos de capacitación, charlas y reuniones semanales entre los jerarcas y los funcionarios, por cuanto en el inicio de su gestión recibió inquietudes sobre una atención regular o sencillamente inadecuada de algunos de ellos en determinadas dependencias.
Lo más fácil para la gerente hubiera sido “hacer la plancha”, encogerse de hombros y a lo sumo en determinado momento exhortar a sus funcionarios a tener una mejor actitud ante los clientes del organismo. En cambio, hizo lo que debía hacer: apostar a más, capacitando y concientizando sobre la forma en que se debe atender al público, “para lo que me pagan el sueldo”, como sostuvo en la oportunidad. Pero también lo hizo buscando la motivación del personal, para que éste no sienta como una carga extra el cambio de actitud, porque como en cualquier empresa es imprescindible contar con la buena voluntad de la gente para alcanzar los objetivos trazados por la cúpula. Es una pena que tan exitosa gestión desde el punto de vista humano y aún gerencial, sea mucho menos frecuente de lo deseado en los organismos públicos. La gerente saliente del BPS probó que es posible encarar las cosas de otra forma, para lo cual se necesita en primer lugar gente capacitada en los cargos de dirección --que además tenga claro lo que significa ser funcionario público-- para lograr la eficiencia junto con un buen trato al cliente.
debería entonces haber un mayor grado de compromiso dentro de las instituciones del Estado por jerarcas y dependientes, empezando por las cabezas de cada dependencia, con un seguimiento de cómo se trabaja en la atención y en la diligenciación de trámites, así como evaluaciones y rendiciones de cuentas a través de reuniones periódicas, con cursos de capacitación y aportes de ideas, además de habilitar canales reales –y no pour la galerie-- para que el usuario pueda expresarse y formular reclamos libremente.
Pero sobre todo que sienta además que es escuchado y que efectivamente se hace algo por corregir lo que está mal, para que los ciudadanos comencemos a creer que no vamos a seguir dándonos contra la misma pared de incomprensión y destrato que, con las honrosas excepciones del caso, nos impone el Estado.
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