Paysandú, Viernes 17 de Febrero de 2012
Opinion | 15 Feb Uruguay estará presente, a través de Uruguay XXI, en Gulfood 2012, la mayor exposición de productos alimenticios del Medio Oriente, que se celebra en Dubai, en Emiratos Árabes Unidos. Una docena de empresas con activos en nuestro país han viajado para exponer lo que desde aquí puede exportarse a Medio Oriente. Entre la propuesta figura carne, aceite de oliva, chocolate y cocoa en polvo, miel, almendras, alfajores, pan, mermeladas, agua mineral y arándanos.
Mientras siguen los problemas con los hermanos argentinos, que buscan cerrar fronteras a los productos de otros países, al tiempo que la relación comercial con Brasil siempre tiene momentos de zozobra, no hay dudas que lo que debe hacerse es buscar otros mercados. No está mal reclamar ante Argentina por las trabas a nuestras exportaciones, en la medida que las de ese país no tienen las mismas para ingresar a nuestro mercado. Pero no hay que quedarse solo en eso. Y es bueno que el gobierno busque nuevos mercados y promueva misiones comerciales y presencia en las principales exposiciones del mundo. Hay que mostrarse para vender.
Es la lección que nos deja Taiwán, esa isla más pequeña que Costa Rica y casi tan poblada como Venezuela, sin petróleo ni riquezas naturales, que en 1949 era más pobre que Honduras y con un régimen más duro que Haití. Hoy es una democracia estable y una nación rica. Taiwán comprendió que no hay destinos inmutables para las exportaciones. Los argentinos serán nuestros hermanos, pero no tienen por qué comprar nuestros productos. Ahora, nuestra agua mineral podría venderse sin problemas en el Medio Oriente. El milagro económico de Taiwán, llevado a cabo en tan solo dos generaciones, ese salto de la pobreza a la prosperidad, estuvo basado en comprender que la frontera es el cielo y no el horizonte.
Lo que hizo Taiwán fue desarrollar una industria exportadora formidable y de paso demostró que esa suerte de paranoia en torno a las relaciones internacionales donde las naciones ricas solamente les asignan a los países en desarrollo el papel de suministradores de materias primas es falsa. No vivimos en un mundo de países verdugos y países víctimas; vivimos en un mundo de negocios y las compras se hacen donde más conviene.
El reparto equitativo de la riqueza no se logra redistribuyendo lo que tenemos sino agregando paulatinamente valor a la producción. Hoy Taiwan tiene apenas un 1% de habitantes por debajo del umbral de pobreza extrema.
Uruguay está aun lejos, pero si aquel país pudo cambiar tanto en medio siglo, nada está perdido.
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