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Paysandú, Lunes 20 de Febrero de 2012

Ciudadanos y ciudadanas...

Opinion | 16 Feb Venido fundamentalmente desde el ámbito de la política, un desdoblamiento artificioso del lenguaje golpea cada tanto en los oídos y las conciencias. “Ciudadanos y ciudadanas”, “uruguayos y uruguayas”, “niños y niñas”, “trabajadores y trabajadoras” son algunos de esos artificios que oímos en discursos, alegatos, reuniones y hasta reproducidos en los medios de comunicación.
Si no falla la memoria, podría decirse que fue el ex presidente Tabaré Vázquez quien instauró el “uruguayos y uruguayas”. No es el único presidente que se ha expresado así. La presidenta argentina, Cristina Fernández, también dice “argentinos y argentinas”, “todos y todas”, “ciudadanos y ciudadanas” en sus discursos públicos. De ahí en adelante, expresiones similares se escuchan en dirigentes políticos y sindicales, entre otros y uno termina preguntándose si no saben que “uruguayos” involucra también a las personas uruguayas de sexo femenino al igual que “argentinos” involucra a todos, mujeres y hombres nacidos o con ciudadanía legal en ese país; o si que el genérico “todos” comprende también a las féminas.
¿Un presidente no debería saber que con los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos? Queremos creer que sí lo saben y en su vida cotidiana no hablan así, pero usan desdoblamientos tan artificiosos como innecesarios desde el punto de vista lingüístico porque consideran que es una postura “políticamente correcta”, o simplemente para hacerse populares apostando a la ignorancia del pueblo.
Aún en el aspecto político también es controversial porque hay quienes opinan que, si tal como lo explica la Real Academia Española, para dirigirse al conjunto de sus conciudadanos basta el masculino genérico, que incluye a las mujeres, desdoblar al pueblo en dos grupos discriminados no es políticamente correcto, si no, en el fondo, machista. Porque es como si se dividiera a la ciudadanía en una “rama política” y una “rama femenina”, lo cual ya desde los nombres estaría mostrando que las mujeres necesitan un trato diferencial porque no merecen ser incluidas en la categoría “superior”.
Lo cierto es que la mención explícita del femenino se justifica solo cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto y la tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas.


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