Opinion | 17 Feb Sorprendentemente –bueno, tal vez no tanto-- el gobierno ha encontrado un “espacio fiscal” de 140 millones de dólares que es intención del ministro de Economía y Finanzas, economista. Fernando Lorenzo, volcarlos a reforzar el “gasto social” en determinadas áreas todavía no especificadas, que formaría parte de prioridades a fijar por el Poder Ejecutivo.
Para alguien que venga del exterior seguramente el término “espacio fiscal” significaría que se trata de excedentes de dinero que se han generado por contención en el gasto público o una acción más eficaz del Estado en cuanto a reducir la burocracia y el uso de los recursos públicos, pero en realidad de lo que se trata es de que el déficit previsto inicialmente ha sido algo menor a lo esperado, debido a una mayor recaudación.
Es decir que no estamos ante un excedente, sino ante un déficit menor, del orden de los 140 millones de dólares, por lo que no deben confundirse los términos: la cosa viene menos mal de lo que se preveía, y no contamos con esos 140 millones de dólares en la bolsa para gastar, sino que hay menos brecha para financiar.
En números, el déficit de 2011 fue del 0,8 por ciento del Producto Bruto Interno, en lugar del proyectado 1,1, y ese es el “espacio fiscal” que el gobierno entiende ha quedado por “un comportamiento mejor de las finanzas públicas que lo proyectado en el Presupuesto. Es una buena noticia en términos de la calidad de la administración, pero al mismo tiempo ofrece posibilidades para fortalecer programas y proyectos que requieren ser fortalecidos”, dijo Lorenzo.
Es decir, el equipo económico, con un déficit menor al esperado, en lugar de apostar a la prudencia y salvar algún dinerillo para eventualmente hacer frente a situaciones inesperadas, no encuentra mejor forma de “invertirlo” que en programas de dudoso retorno, por decir lo menos, y sin buscar la sustentabilidad en ancas de la coyuntura favorable, en fomentar el trabajo.
Por cierto que esta pérdida menor a la esperada no proviene de una buena actuación del Estado, sino del esfuerzo de los actores privados que han volcado más dinero a las arcas estatales, producto de la dinámica de los sectores reales de la economía, y lo menos que debería hacer el Poder Ejecutivo en contrapartida a este esfuerzo, es utilizar criteriosamente ese dinero para mejorar el perfil de determinadas áreas productivas, sobre todo las que incorporan valor agregado a la producción, que desde hace años enfrentan una situación en deterioro y donde se han perdido miles de puestos de trabajo.
Pero además, este destino del “espacio fiscal” que se pretende, no tiene nada que ver con la política de austeridad anunciada en su momento por el presidente José Mujica, quien incluso ha pedido a los consumidores uruguayos que sean más prudentes y no se endeuden, porque en cualquier momento pueden llegar las vacas flacas.
Incluso en noviembre del año pasado el mandatario veía el panorama internacional con mucha preocupación respecto a lo que podría suceder con la demanda a nivel global. Reclamó “austeridad” y hasta el Poder Ejecutivo se movió en varios frentes y salió a buscar créditos de contingencia ante eventuales complicaciones en la economía local, como un movimiento estratégico para prevenir la crisis.
En Europa todavía no está nada clara la cosa, y todo indica que habrá varios países en los que los ajustes determinarán una caída en la demanda, tanto en lo que refiere directamente a nuestros productos como a las naciones a las que les vendemos materia prima a la que dan valor agregado y reexportan al Hemisferio Norte, fundamentalmente.
El manejar a la ligera este dinero “excedente” que ni siquiera es tal, indica que persisten fuertes contradicciones por posturas netamente ideológicas en el seno del gobierno, que va sucesivamente perdiendo desde hace años oportunidades de establecer un colchón de recursos para hacer frente a eventuales crisis que nos afecten en el escenario internacional.
Ello confirma que se sigue cediendo a la tentación voluntarista de seguir aplicando políticas procíclicas, gastando y gastando, para quedar a la intemperie tan poco cambie el viento a favor del que hemos gozado ya desde hace varios años, y que ojalá nos dure.