Paysandú, Viernes 24 de Febrero de 2012
Opinion | 20 Feb La reciente destitución de Marcelo Tortorella como director de Turismo, decidida en pocas horas por el intendente Bentos, impulsado por un error de coordinación que “colmó” el vaso, marca un antes y un después en la Administración Bentos y abre expectativas tanto dentro de sus tiendas como fuera de ellas.
En general, cuando hay una desavenencia o una fundada razón para retirar del cargo a un actor político, lo que se hace es esperar unos días y pasado un plazo prudencial, el director presenta renuncia “indeclinable por razones particulares”, quedando todos en paz y sin que a nivel público se pueda vincular los problemas con su renuncia.
Pero el Intendente de Paysandú obvió ese procedimiento y prefirió el más frontal, directo y contundente camino de la tácita destitución, más allá que en los papeles apareció como una renuncia, pues coincidió que Bentos había pedido en las últimas horas la renuncia sin fecha de todo su personal de confianza, pues se apresta a una reestructura que al menos bajará otros tres directores de área.
El destituido Tortorella es un militante del Partido Nacional, el que está en el gobierno departamental. La decisión de Bentos, de no mirar el color partidario sino de juzgar la gestión es una clara advertencia y marca un quiebre con lo que ha sido tradicional en las tiendas políticas donde todos se cuidan los unos a los otros y si hay que “retirar” un director porque no ha cumplido con las expectativas se lo hace sin herir la bandera partidaria.
A Bentos eso no le importó. Y el cambio lo hizo por alguien que no tiene trayectoria partidaria reconocible, sino por una persona que viene de trabajar por muchos años como directivo de la gremial de comerciantes e industriales.
Más allá de las historias personales, y de que siempre es doloroso abandonar una gestión de esta manera, desde el punto de vista de la ciudadanía, es gratificante que el gobernante que obtuvo la mayoría en las mesas electorales mire primero por su departamento, mucho antes que por su partido.
Hacia adentro de sus filas, y especialmente para quienes integran el equipo de gestión, el mensaje es que no alcanza con el trabajo electoral realizado, sino que hay que honrar el cargo que se les ha asignado. Hacia afuera de su coto partidario, el mensaje es que al menos en estos momentos la actividad electoral ha pasado a otro plano y se está pensando en encontrar los mejores para la tarea. Ahora bien, no hay que dejar de lado que el Intendente se ha puesto ante sí un enorme compromiso. Inició un camino del que no hay retorno. Si no dudó en destituir a un director de área por lo que entendió un “no va más”, idéntico proceder debe tener ante cualquier otra situación similar. Ahora que subió a la cuchilla, no queda otra que aguantar el viento.
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