Paysandú, Martes 28 de Febrero de 2012
Opinion | 24 Feb La directora técnica del Instituto Nacional de Estadística (INE), Laura Nalbarte, aceptó que hubo “errores” de gestión y planificación en la ejecución del censo, que duró casi cuatro meses más de lo previsto.
También aseguró que no es conveniente desacreditar al INE por los errores cometidos durante el censo, porque sería desacreditar una credibilidad institucional histórica, a partir de la sobre dimensión de los inconvenientes.
En ambas cosas parece tener razón. Ni siquiera era necesario que Nalbarte fuera al Parlamento para saber que hubo errores de gestión en un censo previsto para realizarse en treinta días que terminó en un plazo mucho más extenso. Es obvio que no se planificó adecuadamente. Por ejemplo, no se le exigió a los censistas horas de trabajo mínimas y obligatorias, porque se prefirió pagar por encuesta censal hecha. Se pensó que eso implicaría un ahorro de dinero, pero la realidad indica otra cosa.
En Estados Unidos, a modo de ejemplo, en el censo nacional de 2010, los censistas eran obligados a realizar determinada cantidad de horas por día y además, sus jefes presionaban constantemente para que realizaran más y más encuestas censales. Así y todo, llevó más de tres meses completar el censo, que no se apoyó en terminales electrónicas de recolección de datos, sino en planillas impresas, aunque se trata de uno de los países más informatizados del mundo y con los mayores recursos económicos.
Desde el INE se insiste en que los errores cometidos tanto en la planificación como en la gestión no afectaron la calidad de los datos obtenidos. Puede ser, pero cómo estar seguros que fueron obtenidos todos los datos a lo largo y ancho del territorio nacional. Cómo saber que todos los habitantes fueron censados y que la entrevista fue de calidad, cuando hubo cientos que se hicieron por teléfono.
No es realmente razonable insistir en asegurar la calidad de los datos cuando se informó que producto de una proyección de las personas no censadas hay 96.000 habitantes más. No es serio sostener que pese a los errores se llegó al mejor resultado. Una cosa lleva a la otra. Si hay errores de gestión sin dudas habrá errores en el resultado obtenido. Quizás una variación pequeña, pero la tarea del censo era determinar fehacientemente cuántos somos, dónde estamos y cómo vivimos. Para estimaciones está la encuesta de hogares.
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