Paysandú, Miércoles 29 de Febrero de 2012
Opinion | 24 Feb En las últimas horas se supo que el gobierno brasileño pretende cobrar en forma retroactiva aranceles a las exportaciones de vehículos que efectuó desde Uruguay la firma Effa Motors a ese país, por considerar que no cumplen con el régimen de origen Mercosur, lo que constituiría un duro golpe para la continuidad de las actividades de esta empresa en nuestro medio.
El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, dijo al diario El País que “Brasil realizó una evaluación en base a los costos y entiende que no se llega” al porcentaje mínimo de 30 por ciento de componentes del Mercosur en los vehículos y “por eso está reclamando el pago de los aranceles atrasados por las exportaciones (de Effa)”.
Una delegación del gobierno uruguayo se entrevistaba ayer con autoridades brasileñas por este tema y a la vez involucrando la problemática inherente al derecho de importación que ese país decidió cobrar a frazadas uruguayas porque incurren en dumping, es decir que entienden que se trata de textiles chinos que se triangulan y reexportan desde Uruguay hacia la nación brasileña.
El ministro de Industria indicó que la reunión se concreta ante solicitud de la propia Cancillería brasileña para analizar en conjunto la resolución de las dos medidas ya que “Brasil pretende dejar en claro que no hay un problema de traba al comercio sino un problema específico de origen de los productos”, puesto que la medida se inscribe en la política del vecino país de proteger a su industria del avance de las importaciones desde China, ya sea directas como de terceros países.
Precisamente desde hace tiempo ha estado trabajando en Uruguay una delegación brasileña que se ha encargado de discernir el grado de componentes de origen Mercosur que se incorpora a estos productos, que tienen su origen en alianzas estratégicas entre empresas de origen chino y nuestro país, para incorporar sobre todo valor agregado en el armado y exportar hacia la región, fundamentalmente Brasil, ante las trabas arancelarias que impone la nación vecina a productos de la extrarregión.
Pero al mismo tiempo que nuestros vecinos en estos casos son particularmente celosos por el cumplimiento del mínimo detalle de lo establecido en el acuerdo del Mercosur –ciertamente es posible que no se llegue al mínimo de incorporación de valor nacional para la exportación intrazona--, en otras instancias mucho más claras, tanto brasileños como argentinos no vacilan en establecer barreras artificiales, disfrazadas de trámites burocráticos o de problemas sanitarios, cuando no demorando los ingresos en las propias aduanas, para impedir y desalentar las exportaciones de artículos que sí son netamente uruguayos.
En este contexto tenemos que el miércoles venció el primer día del plazo legal fijado por el nuevo sistema argentino de declaraciones juradas de importación sin que se liberaran documentos sobre productos uruguayos de vestimenta, como se había anunciado, por lo que “la sensación es de gusto a poco”, según resumió el presidente de la Cámara de la Vestimenta, Elbio Fuscaldo. El sector tiene 50 licencias aprobadas a las que les falta que se liberen las declaraciones juradas para entrar a Argentina. Además hay 95 licencias que aún no fueron liberadas, en tanto el plazo límite para colocar la producción de la zafra otoño-invierno es el próximo 15 de marzo.
Ante las trabas comerciales, unas diez fábricas de vestimenta prevén el envío al seguro de desempleo de entre 500 y 1.000 empleados, y por otro lado, Argentina extenderá a partir de abril el régimen de declaraciones juradas a los servicios prestados por empresas del exterior en ese país, lo que abarca también a firmas uruguayas. Los servicios comprendidos en la medida incluyen los de información e informática, patentes y marcas, derechos de autor y compra de activos no financieros no producidos hasta pagos por garantías comerciales por exportaciones de bienes y servicios.
También están incluidas las primas por préstamos de jugadores de fútbol, los servicios empresariales y técnicos, servicios personales, culturales y recreativos, regalías, servicios de transferencia de tecnología y otras rentas pagadas al exterior, además del cine, lo que confirma el viejo dicho de que “al que no quiere caldo, dos tazas”, por cuanto no solo se mantienen las trabas para los bienes, sino que se agregan ahora obstáculos para servicios.
Visto este desalentador panorama en el Mercosur, cabe preguntarse si no tenemos ya suficiente prueba de que Uruguay debe buscar su propio camino en el comercio internacional, en lugar de tratar de quedar bien con nuestros vecinos que no dudan en pisotear el Tratado cada vez que les conviene. Hemos perdido ya demasiadas oportunidades, incluso la firma de un TLC con Estados Unidos que bien podría haber salvado a Paylana en su momento, o ahora quizás al sector citrícola, pero siempre preferimos ser obsecuentes más que con Argentina o Brasil, con los Kirchner, Lula o Rouseff, por un tema ideológico. ¿No será hora de hacer funcionar la Cancillería para defender los intereses del pueblo uruguayo con determinación, por encima de las ideologías?
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