Paysandú, Jueves 01 de Marzo de 2012
Opinion | 25 Feb El jueves todos los partidos suscribieron un documento considerado como “histórico” en nuestro sistema político, cuando el presidente José Mujica y los líderes de la oposición dieron el paso formal para concretar el denominado “pacto educativo”, como corolario de un proceso erizado de dificultades debido a las divisiones internas en la fuerza de gobierno y la postura marcadamente hostil de los gremios de la enseñanza, que reclaman para sí la conducción, nada menos.
Dirigentes de la oposición coinciden en que se está frente a un hecho “histórico” y reclaman “celeridad” en decisiones. En este contexto el líder de Alianza Nacional, Jorge Larrañaga, puntualizó que “asistimos a la sustitución del sistema matriz de educación, anacrónico y discriminatorio, por un modelo moderno, justo y más equitativo” y valoró el acuerdo como una “revolución cultural para atacar la mediocridad y así salvar el futuro de más de 500.000 niños y adolescentes”.
En la misma línea, pero algo menos optimista, el líder colorado Pedro Bordaberry señaló que la firma del acuerdo es un principio por cuanto “ahora viene la parte más difícil que es llevarlo a cabo y mejorarlo”, y advirtió que espera ver instalado el Instituto de Evaluación en marzo, a la vez de pedir que cuanto antes se comience a trabajar en la universidad tecnológica del Interior.
En similares términos se expresaron otros dirigentes del espectro político, con distintos matices y entusiasmos, pero expresando el convencimiento de los ciudadanos que representan, puesto que hace rato que era preciso hacer algo para cambiar la pisada en una enseñanza que se ha tornado anacrónica, que no prepara a los jóvenes adecuadamente para hacer frente a los desafíos de la vida y que seguramente recoge plenamente el descaecimiento de valores de nuestra sociedad.
Otras reacciones son indicativas de cuál es la postura que seguirán ante este acuerdo, desde que por ejemplo los sindicatos de la educación consideran que el acuerdo no tendrá mayor utilidad, en tanto tras dos días de discusiones, el Codicen (Consejo Directivo Central de la Educación) aprobó el pacto y remarcó que algunas decisiones ya se estaban implementando, dando la pauta de que acepta el pacto a regañadientes y con poco entusiasmo para cumplir sus términos.
El pacto educativo es en realidad un compromiso con pautas de trabajo sobre áreas concretas. Sin embargo se ha puesto énfasis en que se otorga el doble voto al presidente del Codicen, para atenuar los efectos de la mala Ley de Educación que confiriera mayor poder a los sindicatos, así como eventualmente a los presidentes de los consejos; y que promueve la creación de la Universidad Tecnológica del Interior, como uno de los aspectos principales de una descentralización que ha estado ausente todos estos años.
En suma, es un compendio de buenas intenciones del sistema político para un trabajo a mediano y largo plazo, incluyendo evaluación y autonomía de centros educativos.
No puede sensatamente esperarse que un mero acuerdo de estas características implique en sí mismo la solución mágica a los problemas de la educación, sino que son los inicios de un trabajo en serio en esa dirección, retomando la conducción del sistema como establece nuestro ordenamiento institucional. Este confiere a la dirigencia política la conducción de la enseñanza en tanto representante de la soberanía popular y del interés de todos los ciudadanos.
De lo que se trata fundamentalmente es de tender a resolver las graves falencias de nuestro sistema educativo, tanto en lo que refiere a programas como para que realmente se prepare a los egresados para el trabajo y la capacitación, con evaluaciones que impliquen trabajar en calidad en lugar de la postura vigente hasta hoy, que sólo busca alcanzar la mayor cantidad de egresados posible.
Y este punto de partida para trabajar sobre grandes líneas de acuerdo genera por lo menos un marco de expectativa que es preciso traducir en hechos, para lograr las reformas que se requieren imperiosamente, mediante un trabajo codo a codo con los docentes, piedra angular para que la tarea resulte exitosa, limando asperezas y apostando a que todos vamos detrás del mismo objetivo, que es lo menos que se puede pedir.
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