Paysandú, Viernes 02 de Marzo de 2012
Opinion | 29 Feb Ahora que llegan las clases, si en la vieja cartuchera de su hijo hay trozos de crayolas demasiado pequeños para ser usados, tome varios, colóquelos uno detrás de otro y envuélvalos en papel aluminio. Lleve al horno 10 minutos. El resultado: crayón multicolor sin gastar un centésimo. Esta es una de las tantas enseñanzas de una nueva tribu urbana que se expande por Gran Bretaña, en una Europa que vuelve a sufrir una crisis que pensó era sólo cosa de libros de historia: los Super Scrimpers, algo así como los Súper Ahorradores.
Los Super Scrimpers raramente tiran algo. Lo que compran lo usan, lo vuelven a usar o le dan una nueva utilidad. Conocen hasta el último truco y el último secreto para gastar menos y aprovechar todo. Tienen información sobre las ofertas y promociones que nadie más tiene y algo cercano a una obsesión sobre no gastar un centésimo de más.
Tan famosos se hicieron en estos tiempos de crisis que hoy tienen su propio programa de televisión en el Channel 4 de Gran Bretaña. Super Scrimpers es presentado por una especialista en finanzas del diario británico Financial Times y está formado por un ejército de ahorradores compulsivos que, durante 60 minutos dan batalla a la crisis económica british con consejos e información.
Los británicos, al menos las generaciones anteriores, tienen experiencia en el ahorro. Los latinos no. Ellos sufrieron dos Guerras Mundiales (pero especialmente la Segunda). Los latinos no. Ellos supieron vivir toda una semana con 200 gramos de jamón, 230 gramos de azúcar, un huevo y 57 gramos de manteca, además de otros pocos alimentos más igualmente racionados con las recordadas Libretas de Racionamiento. Los latinos no.
Y en un mundo que por un lado se debate entre el consumo desmedido de “espejitos de colores”, lo que trae aparejado un gasto excesivo en cosas superfluas, y desencadena déficit para adquirir lo esencial; en una sociedad que ya no sabe qué hacer con la basura que genera, más allá de las intenciones de reutilización de residuos, introducir nuevamente el concepto del ahorro es pues importante tanto para la economía familiar como para la salud del planeta.
El ahorro debería ser una asignatura escolar; tan importante es para la sociedad como para el mundo. En tiempos en que la tentación no es comer o no comer la manzana (o como se llamara la fruta del pecado original) sino comprar esto, aquello o lo otro, tomar conciencia de que no puede haber bienestar sin ahorro se torna más y más importante. La imposibilidad de satisfacer todas las “necesidades” que se nos presentan provoca frustración. Saber cómo y cuando ahorrar y aprender a reutilizar lo adquirido, por el contrario, provoca la satisfacción del buen vivir.
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