Paysandú, Domingo 04 de Marzo de 2012
Opinion | 01 Mar El centro de la ciudad de Tacuarembó fue escenario el martes de una manifestación en la que tomaron parte unas 500 personas, con el objetivo de reclamar soluciones que permitan evitar el cierre de la industria local Urupanel, así como en reclamo de preservar las fuentes laborales de esta industria de paneles de madera.
En la marcha estuvieron presentes el obispo de la Diócesis Tacuarembó y Rivera, Julio César Bonino, el intendente departamental Wilson Ezquerra, el senador Eber Da Rosa y los diputados Edgardo Rodríguez (MPP), Antonio Chiesa (UN) y Martha Montaner (Vamos Uruguay), los que también participaron en un acto que culminó con una oratoria frente a la sede del banco BBVA, principal acreedor de esta empresa.
La marcha de referencia se realizó previamente a las negociaciones entre la empresa y sus acreedores, los que la próxima semana definirán el futuro de la planta. Esta, de acuerdo a fuentes sindicales, corre el riesgo de ser liquidada si no llega a un acuerdo con la mayoría de sus acreedores, teniendo en cuenta que el 8 de marzo se llevará a cabo en Montevideo el concurso de acreedores y ese día se definirá el futuro de la maderera, que actualmente debe alrededor de 20 millones de dólares a los acreedores bancarios.
El cierre de esta fuente de trabajo determinaría que dejen de circular no menos de medio millón de dólares mensuales en la plaza comercial de Tacuarembó, de acuerdo a las estimaciones, pero además sería un duro golpe para el sector forestal en general, que no ha podido recuperarse todavía desde la crisis financiera internacional de 2008 que afectó las exportaciones.
En este caso, a la situación compleja para la exportación de su producción se agregan las serias dificultades financieras, que en un escenario como el presente hacen inviable que la empresa continúe con sus operaciones, por lo que es compartible la inquietud que ha ganado a la comunidad tacuaremboense.
Ocurre que las dificultades de Urupanel no son la excepción en el mentado Uruguay Productivo al que todos aspiramos, naturalmente, sino que pese a que seguimos en período de bonanza y números macroeconómicos positivos, nos encontramos con que hay numerosos emprendimientos productivos que están en la cuerda floja, abrumados por falta de rentabilidad o directamente con pérdidas, debido a una conjunción de factores adversos que no solo se mantienen, sino que se han agravado en los últimos tiempos.
Este escenario lo tenemos instalado desde hace ya tiempo en Paysandú, donde seguimos perdiendo fuentes de trabajo en sectores que incorporan valor agregado y por lo tanto multiplican la riqueza, promueven infraestructura y contribuyen a la dinámica de la plaza. Todavía reina la incertidumbre sobre la suerte de Paylana, con sus 700 puestos de trabajo directos y más de mil contando los indirectos, en tanto hace pocos días se concretó el cierre del packing de Sandupay, donde se han perdido 200 plazas, en tanto en el resto del sector citrícola todavía se vive una situación difícil, por problemas notorios en los mercados y no haberse abierto todavía el de Estados Unidos, en el que están depositadas las esperanzas de los exportadores del sector.
En una problemática diversa, de acuerdo al sector del que se trate, es indudable que hay actividades muy afectadas en su de-senvolvimiento, con agudos contrastes respecto a producciones primarias que sí tienen buenos mercados y precios, aunque no en la medida en que se encontraban hasta hace pocos años, debido a que en tanto los precios no han subido e incluso en algunos casos han descendido, sí se han incrementado los costos.
Como hemos señalado en más de una oportunidad, en Uruguay resulta caro producir con valor agregado, porque han aumentado los salarios en dólares, así como la energía, insumos, impuestos, cargas sociales, para seguir recaudando todo lo posible con el fin de sostener a un Estado que sigue “patinándose” el dinero de la bonanza exportadora de los “commodities” sin destinarlo a inversiones con retorno que mejoren el perfil de las actividades productivas.
Y por más que sigan “cinchando” las producciones primarias, estamos ante explotaciones de muy relativa incidencia en la generación de empleo de calidad y en la producción de mayor valor, por lo que es preciso que nuestros gobernantes dejen de relativizar un escenario que no lo ve solo quien no lo quiere ver, que afecta sobre todo al siempre postergado Interior, en sus emprendimientos con valor agregado y a una población con ingresos muy por debajo de los de la capital, donde se sigue ajeno a lo que ocurre más allá del Santa Lucía.
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