Locales | 05 Mar El edil nacionalista Beder Mendieta, quien realizó una breve introducción en sala para que el plenario recibiera en la sesión del viernes a la delegación de estudiantes de Guichón que viajaron a España, destacó que “todo este trabajo fue realizado a puro pulmón y surgió del amor a la enseñanza con estudiantes motivados. Es un proyecto de sanduceros que fortalecieron así el aprendizaje y la inclusión educativa, hecho por jóvenes que aprenden utilizando nuevas herramientas poco manejadas en la educación actual, fomentando y generando la creatividad”.
En diciembre el edil, oriundo y residente en Guichón, presentó una moción solicitando que el trabajo de investigación fuera declarado de Interés Departamental y los estudiantes recibidos en una sesión del cuerpo. Ambos planteos se concretaron para “hacer llegar el beneplácito de esta corporación por su trabajo académico formador de la identidad departamental y nacional”.
Mendieta destacó en su planteo original que “es un proyecto de investigación arqueológica sobre la tapera de Melchora Cuenca, una de las mujeres de nuestro principal caudillo. Se trata de un estudio de la que fue casa de la pareja, instalada en el Cerro de la Tapera a orillas del río Queguay Grande. Este era un punto estratégico ya que por allí pasaba una línea de diligencias, el camino ‘de los indios’ y se encontraba a pocos kilómetros de la base de Artigas en Purificación. Se optó por ello ante la escasa información de que se disponía (sobre la tapera); recibieron charlas de arqueólogos, arquitectos e historiadores y luego realizaron visitas explotarias y campamentos educativos en la zona, excavando y estudiando los restos encontrados”.
El edil sostuvo que “para sorpresa del grupo hicieron hallazgos que desmienten parte de lo poco que está escrito. ‘Los libros de Historia decían que la casa tenía techo de paja y que era muy pobre y precaria, que solo tenía tres habitaciones’, pero encontraron que no era así. Descubrieron tejas (de fabricación francesa y al parecer traídas del territorio argentino), pisos de cerámica, ladrillos finos y maderas aparentemente pertenecientes a un corredor que enviaron a analizar para saber su procedencia. Hallaron varios vidrios, uno de ellos con inscripciones que determinaron la certeza de que era un frasco de medicamento de una droguería de la Baja California (América del Norte) y también varias partes de armas de fuego, un freno de caballo y una punta de lanza, todo perteneciente a la época (comienzos del siglo XIX). Las paredes de piedra han sido desmanteladas para formar alcantarillados y calzadas en la zona, pero los muchachos carpieron y encontraron los cimientos de la construcción y con ayuda de especialistas concluyeron que eran seis habitaciones con una séptima que oficiaba de recibidor; también había una estufa, un pozo de agua y cuevas y corrales que posiblemente hayan sido de alojamiento del personal que construyó la casa”.
Mendieta resaltó especialmente “el cálido ambiente de trabajo, el sólido grupo humano que abarcó estudiantes de diferentes centros educativos de Guichón y la receptividad de la comunidad, en una labor extra curricular realizada fuera del horario de clases”.