Rurales | 05 Mar Hace 20 años que el ingeniero agrónomo Luis Giménez realiza el trabajo de investigación en riego en la Estación Experimental “Mario A. Cassinonni” (Eemac), que fue el disparador una vista a Israel, cuando su responsabilidad en el grupo de cereales y cultivos industriales era el algodón. Viajó a ese país para estudiar y aprender acerca de la calidad de fibra del cultivo, porque los israelíes producen muy buena calidad en fibra de algodón.
“Viajamos con la idea de que el algodón era un cultivo resistente a la sequía. Luego de dos meses, nuestra principal inquietud estaba relacionada a la respuesta del algodón al riego y la buena disponibilidad hídrica. Eso fue lo que nos abrió la cabeza”, sostuvo a EL TELEGRAFO el técnico y docente de Facultad de Agronomía en Paysandú.
Recuerda que esos primeros años de la década del ‘90 “fueron complicados, porque la cátedra de cultivos trabajaba básicamente con cultivos de secano y no había infraestructura de riego en la Eemac; pero logramos hacer ensayos”, dijo.
En 1995 surge en el país el programa Prenader, del desarrollo de riego y recursos naturales, que “nos permitió montar la infraestructura de riego que tiene Facultad de Agronomía: una pequeña represa y un pozo que tiene la capacidad para regar y los elementos necesarios para realizar el riego”.
“Seguimos con algodón y agregamos el maíz”, comenta. Posteriormente en el 2000, “comenzamos con la soja, y nos encontramos con una muy buena respuesta al riego, cuando prácticamente no existían antecedentes del cultivo a nivel comercial. En 2009 agregamos el sorgo granífero en el proyecto FPTA 261 y que termina su fase de experimentación este año”.
El año pasado se incursionó en la respuesta al agua del cultivo de sorgo azucarado y “también hicimos experimentos durante dos años consecutivos con el girasol”.