Paysandú, Domingo 11 de Marzo de 2012
Locales | 11 Mar (Por Alfonso Ma. Ramos Inthamoussu). Los altos precios internacionales de las commodities contribuyen a excelentes negocios en el sector agrícola, lo que atrae a su vez las inversiones extranjeras al sector. Ambas razones --buenos precios y muchas inversiones-- generan una importante entrada de dólares al país, lo que en parte explica que el dólar esté planchado en menos de 20 pesos, cuando en años anteriores estuvo a 22, a 24, a 26 e incluso a 28.
Quienes exportan productos con valor agregado, y no gozan del boom de las commodities, se encuentran con que caen sus ingresos en pesos, lo que deteriora la rentabilidad de sus empresas.
Simultáneamente, quienes producen esas valiosas commodities están en condiciones de pagar por servicios, salarios y materiales precios crecientes en pesos. En consecuencia, quienes producen productos industriales se encuentran que decaen los pesos que reciben por sus ventas a la vez que suben los volúmenes de pesos que deben pagar por todos los insumos que necesitan para seguir produciendo.
Este fenómeno es lo que se denomina “enfermedad holandesa”. Como toda enfermedad, es posible que tenga una cura parcial, que no tenga ninguna cura o que haya tratamientos que la agravan. En el caso señalado por EL TELEGRAFO con fecha 1º de marzo, al referirse a Urupanel, empresa situada en Tacuarembó y productora de paneles de madera, sobre todo para la construcción de viviendas en Estados Unidos, es claro que su crisis es en alguna medida transitoria. No podemos olvidar que la crisis de la economía americana se inicia en el año 2007 con la explosión de una burbuja inmobiliaria. En ese momento de caída de la industria de la construcción americana, son muchas las empresas abastecedoras en varias partes de América Latina que comienzan a tener dificultades.
Es paradójico que, justamente ahora, cuando durante los últimos trimestres se comienza a producir un repunte de la economía americana, se plantee el problema financiero de Urupanel en forma tan dramática. La recuperación de la economía norteamericana trae siempre una mejora de la construcción de casas en ese país. Por tanto, se puede afirmar que los productores de paneles de madera tendrán en el mediano plazo mejores precios. Tienen estas empresas al menos un claro problema financiero y es ahora cuando los acreedores deben saber esperar, sobre todo cuando los bancos no logran colocar el dinero porque nadie toma créditos.
En el caso señalado de Urupanel se está dando un error de diagnóstico de la enfermedad. En muchos otros casos, en cambio, se están aplicando tratamientos que están agravando la enfermedad. Porque muchas de las medidas y decisiones económicas que se toman aumentan inútilmente los costos internos de las empresas, transfiriendo recursos a sectores con mayor poder. Nos referimos a algunos sectores gremiales con sindicatos fuertes que no han adquirido la experiencia necesaria.
Cuando llevan a cabo demandas desmedidas agravan la enfermedad holandesa, lo que perjudicará sin duda a las empresas industriales no beneficiadas por el boom de las commodities, pero sobre todo tendrá graves consecuencias para quienes trabajan en ellas. Será entonces esa desocupación un costo muy alto para que algunos sindicatos aprendan a ser más racionales, con una visión de más largo plazo. Porque uno de los grandes capitales de un país es su capital social, es decir, la capacidad de enfrentar y solucionar en forma mancomunada problemas comunes. Hay otras incomprensiones de la enfermedad holandesa que están llevando a una transferencia de ingresos desde los sectores con bajos precios relativos en sus ventas a empresas públicas y funcionarios públicos. Cuando parece que surge un excedente fiscal no se piensa que esos fondos podrían aplicarse a reducir las tarifas de energía, el precio de los combustibles, o mejorar las rutas nacionales y departamentales, así como a la deteriorada caminería rural. Los buenos ingresos fiscales han sido la ocasión para que algunos organismos o funcionarios públicos se alcen con el botín. Hace dos años se hizo público --con más significación de imagen que económica-- la adquisición de nuevas butacas para el paraninfo de la Universidad de la República en los últimos días del año, aprovechando así fondos asignados presupuestalmente y no gastados. Actuando de ese modo es imposible bajar el costo país. Tanto no se entiende la enfermedad holandesa, que se emplean tratamientos que la agravan.
¿Es tan difícil ver que algunos sectores tienen buena rentabilidad y que a aquellos que pasan malos momentos se les agrava la situación con servicios estatales ineficientes y caros, y con la impericia de algunos sindicatos exaltados, que sólo ven que hay muchas inversiones en algunos sectores de enorme volumen y que demandan mucha mano de obra, quizá transitoriamente? Desde un nuevo ángulo, nuevamente son las corporaciones las que rigen en gran medida los destinos del país, al menos en el largo plazo.
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