Opinion | 11 Mar Las medidas proteccionistas argentinas no son ninguna novedad en los titulares de prensa ni en los dolores de cabeza de industriales y productores uruguayos. A las históricas trabas que han perjudicado a las exportaciones uruguayas en este mercado --que es uno de los principales-- se suma una ofensiva que está poniendo en jaque a algunos sectores de la industria nacional.
El romance progresista entre las administraciones de Mujica y Cristina Fernández parece haber terminado y hasta el presidente Mujica no le ha quedado más remedio que reconocer que “Argentina ha tomado un conjunto de medidas heterodoxas que no sé qué resultado tendrán, pero mortifican bastante”.
Lo cierto es que la oleada proteccionista del vecino país ya no solo abarca los productos sospechosos de dumping ni tampoco las licencias no automáticas sino que se han extendido a la exigencia de declaraciones juradas previas a las importaciones, pasando de las históricas restricciones a las importaciones de bicicletas a otros productos como los autopartes y hasta los medicamentos y los libros.
El colmo de las argumentaciones argentinas a estas medidas ha sido la aplicada a las restricciones a los libros y artículos de imprenta en general: para “cuidar el ambiente” los importadores deberán presentar una declaración jurada por la cual aseguren que no superan el límite impuesto --0,06 gramos de plomo por 100 gramos de papel--, un tope que aseguran que para la industria es imposible de cumplir y que los fabricantes argentinos no tendrán la obligación de cumplir.
Según informaron fuentes de la industria editorial consultados por El País, la nueva disposición del gobierno de Cristina Fernández “dificultará sobremanera” el comercio de libros porque cada vez que se quiera vender a ese mercado habrá que enviar previamente una muestra que será analizada por un laboratorio y luego recién estaría la habilitación, lo que en los hechos hará inviable la venta.
Aunque tales restricciones seguramente producirán más perjuicios que los cotes de rutas de acceso a los puentes internacionales, lo cierto es que no han tenido una respuesta firme y clara del gobierno uruguayo que, por el contrario, está flexibilizando trámites para importar autos argentinos.