Paysandú, Viernes 16 de Marzo de 2012
Opinion | 09 Mar La buena noticia es que hay más multimillonarios en el mundo. La mala noticia es que la riqueza cada vez se reparte peor, quedando entre pocas manos, en tanto miles de millones de personas tienen severas dificultades para satisfacer sus necesidades.
Desde hace un cuarto de siglo la revista Forbes publica anualmente un ranking de súper millonarios. La primera lista tenía 140 “Rico McPatos”. La de 2012 reúne a 1.226, cuya fortuna combinada es de 4,6 billones de dólares. Por tercer año consecutivo la lista es encabezada por el rey mexicano de las telecomunicaciones, Carlos Slim, con una fortuna valorada en 69.000 millones de dólares, en ligera baja de acuerdo al informe del año pasado (-5.000 millones). En segundo lugar quedó el estadounidense Bill Gates, cofundador de Microsoft (61.000 millones); y tercer el empresario y filántropo estadounidense Warren Buffet (44.000 millones).
Estados Unidos continúa siendo el país con más multimillonarios, con un total de 425. Entre ellos el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que fundó la sociedad financiera del mismo nombre, con una fortuna de 22.000 millones de dólares, un aumento de 3,9% respecto a 2011. Rusia se sitúa en segundo lugar, con tan solo un multimillonario más (96) que China (95). Las ciudades que albergan más millonarios son Moscú (78), Nueva York (58) y Londres (39).
Del otro lado, si bien es cierto que actualmente se produce el doble de alimentos de los que se necesitan para acabar con el hambre en el mundo, 3.500 millones de personas, la mitad de la humanidad, sobreviven en pobreza, y un tercio de esa cifra padece hambruna.
Los tres organismos alimentarios de la ONU -FAO, PMA y FIDA- no cesan en su lucha buscando satisfacer esa hambre, aunque se sabe de antemano que en las condiciones actuales no será posible. El Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD) fijó en 50.000 millones de dólares la cifra necesaria para terminar con el hambre en el mundo. Y aunque desterrar este flagelo no es solamente cuestión de dinero sino también de establecer mecanismos para que las personas en adelante puedan satisfacer por sí mismas sus necesidades, esa cantidad de dinero es irrisoria en comparación con las 1.226 más grandes fortunas del mundo.
Cambio chico. Apenas eso. Y aun así, todo sigue igual. Con una pequeña parte de las grandes fortunas el problema quedaría solucionado. Luego habría que trabajar en la recuperación de esas personas a través de la educación y la asistencia social. Pero -aunque es una utopía- hay que terminar con este asunto de unos tantos y otros nada.
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