Paysandú, Sábado 17 de Marzo de 2012
Opinion | 13 Mar Los desafíos del escenario internacional son a esta altura la mayor interrogante que se presenta para Uruguay, cuando no termina de clarificarse la situación en mercados a los que no solo accedemos directamente con nuestros productos, sino que a la vez son destino de quienes producen con las materias primas que vendemos a terceros.
En este contexto debe evaluarse el análisis que formuló recientemente el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Luis Alberto Moreno, quien advirtió que “el vértigo que tenía la economía mundial en diciembre no lo tiene ahora, pero todavía existen retos muy grandes en Europa. El mayor reto que tiene América Latina es lo que pasa en Europa y en la economía mundial”.
Sin duda que la aceptación del canje de deuda de Grecia para evitar el default ha sido una buena noticia para las bolsas y generar cierta confianza en operadores internacionales, pero todavía se está muy lejos de tranquilizar a los operadores, mientras el comportamiento de China y los precios del petróleo asoman como un impacto a corto plazo en la región, y no solo en Uruguay naturalmente, pese a que en América Latina seguimos contando con tasas de crecimiento superiores en esta coyuntura a la de los países desarrollados.
América Latina hasta ahora se ha mostrado significativamente resistente a las últimas crisis mundiales, al punto que pese a la actual coyuntura negativa podrá crecer en conjunto un 3,7 por ciento este año y 4,5 por ciento en 2013, de acuerdo a las estimaciones, pero se encuentra ante riesgos nuevos, como la gran dependencia de China y las políticas populistas de algunos gobiernos de la región.
No puede soslayarse que estamos ante una incipiente desaceleración de la economía china, que este año va a crecer a menor ritmo que el anterior, y se presenta por lo tanto con una demanda ya en duda respecto a mantener los volúmenes anteriores de commodities, aunque todo dependerá de cómo evolucionen a la vez los mercados que son los principales demandantes de la mercadería que produce China.
Un factor positivo lo da una incipiente recuperación de la economía de Estados Unidos, donde han comenzado a crearse nuevos empleos, y la recuperación de este mercado serviría para evitar que una caída de la demanda en Europa no termine impactando en el crecimiento chino. En la región, a la vez, que es gran porcentaje del destino de nuestros productos de exportación, las cosas no son todo rosas, porque además de la dependencia del escenario internacional y sobre todo de China, estamos ante dos grandes vecinos, a los que vendemos la mayor parte del comercio que tenemos en el Mercosur, que tienden a reducir la demanda para atender sus respectivas situaciones internas.
En el caso de Argentina, es notorio que aplica un fuerte proteccionismo en forma indiscriminada, a efectos de intentar un fuerte superávit comercial que le permita sanear sus cuentas, y para ello no solo está limitando fuertemente las importaciones en forma poco ortodoxa, sino que a la vez de manera desembozada está apuntando a sustituir las importaciones por productos nacionales, de la forma que sea.
En lo que refiere a Brasil, el principal motor de las compras uruguayas intrarregión, es notorio que se ha ingresado en una de-saceleración de su economía, y a la vez Uruguay está perdiendo competitividad a ojos vistas con la producción del gigante norteño, sobre todo si tenemos en cuenta que en el sube y baja del tipo de cambio, Uruguay le pierde ritmo a Brasil.
Lo manifestó así el propio presidente José Mujica, cuando en declaraciones a Búsqueda indicó que mantendrá una conversación al respecto con su colega Dilma Rousseff para conocer de primera mano la posición de su país, desde que en Brasil hay manifiesta preocupación por la competitividad en base al tipo de cambio.
Este limitado compendio de elementos condicionantes en el escenario internacional debe evaluarse en un contexto de escasa posibilidad de maniobra y fuerte dependencia de nuestro país.
Acaso algo bueno es que a esta altura ya no queda ningún uruguayo que pueda suponer que Uruguay “se salva” apostando al Mercosur, y está claro que su suerte está jugada a los mercados que pueda ganar por sí mismo. Ya “perdimos el tren” en más de una oportunidad, cuando por afinidades ideológicas con los Kirchner y “Lula” Da Silva (ahora sucedido por Dilma Rousseff, en la misma línea), dejamos de lado los tratados de libre comercio para atender los llamados de atención que se nos hacían, previa gestión del canciller de turno que parecía más preocupado por hacerle los mandados a nuestros vecinos que a defender los intereses de su propio país.
Hoy sería absurdo que alguno reivindique tales obligaciones, por lo que es de suponer que estamos con las manos libres para forjarnos nuestro destino en otros mercados. La inteligencia está en aprovechar el momento.
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