Paysandú, Domingo 25 de Marzo de 2012
Deportes | 18 Mar No hay caso. Paysandú perdió la primera pulseada de las semifinales de la Copa Nacional de Selecciones de OFI, al caer como local por 3 a 2 frente a Cerro Largo, con lo que quedó obligado a dar vuelta la historia la próxima semana, como visitante, para poder aspirar a clasificar a la final.
Se podrá reclamar un par de incidencias dudosas, pero lo cierto es que los sanduceros volvieron a sufrir en casa, en un Estadio Artigas que parece pesar demasiado, pero esta vez el equipo no fue avasallado por el rival sino que terminó cediendo por errores propios, pagando demasiado caras las fallas que tuvo a lo largo de todo el partido, pero sobre todo en la primera parte.
Porque se daba todo. Al igual que sucedió la semana anterior, cuando la Blanca pegaba primero ante Nueva Palmira por los cuartos de final, Paysandú se encontró rápidamente en ventaja ante los arachanes. Después de algunos minutos en el que el rival se mostró bien parado, los orientados por Ramón Silvera comenzaron a ser protagonistas y Timoteo Acosta, después de un centro al segundo palo, abrió el tanteador cuando transcurrían apenas 6 minutos de juego.
Era el gol que debía dar tranquilidad, que debía permitir manejar el partido sin inconvenientes. Y parecía ser así. Porque, a diferencia de lo que sucedió ante los palmirenses, esta vez el equipo parecía disimular en buena forma las ausencias. Paysandú se paró bien, tuvo figuras importantes en la mitad de la cancha, como por ejemplo Richard Martínez y Soria, que retornó tras haber cumplido con su fecha de suspensión, y no solo estaba garantizada la recuperación de la pelota sino además el juntarse con los delanteros, entre los que estuvo Dávila en esta ocasión.
El local estaba firme, no pasaba zozobras, avanzaba con pelota dominada, y se dio el gusto de generar un par de incidencias en las que falló en definición.
Pero cuando la Blanca atravesaba un buen momento, comenzaron las fallas. Y se pagaron caras. Primero, un gol en contra de Julio Martínez terminó por igualar el tanteador luego de que Chubrega marcara mal por la izquierda, permitiéndole al delantero subir sin inconvenientes. Poco después, un pase en profundidad producto de una jugada de lateral encontró a la defensa plantada en línea, y Luna aprovechó la pasividad para dar vuelta la historia.
Fue un baldazo de agua fría. Porque Paysandú venía haciendo bien las cosas, pero dos errores lo estaban condenando.
La Blanca no perdió la tranquilidad, un remate de Barreto, abajo, avisó. Y minutos después Chubrega definió una linda combinación en ofensiva que daba como para respirar. Era el empate cuando el primer tiempo se esfumaba. Y era justicia.
Hasta que llegó un centro de la visita, Chubrega que no pudo afirmarse, y Luna que aprovechó otro error.
Paysandú había generado prácticamente los cinco goles de ese primer tiempo. Aunque, claro está, la visita había tenido el mérito de capitalizar a su favor tres de esas incidencias.
Para el complemento, el equipo sanducero salió a buscar el partido a como diera lugar. Y se jugó la ropa. Esta vez no tuvo el orden del primer tiempo, ni tampoco la tranquilidad necesaria como para pensar el juego. Fue, buscó, marcó y peleó. Y abusó del pelotazo. Con ese repertorio, con el paso de los minutos se fue adueñando del partido, comenzó a meter en su campo a un equipo aplicado defensivamente, que tenía claro que su libreto sería defender y salir rápido en contragolpe. Y le salió casi a la perfección, de no haber sido porque tuvo un par de ocasiones de gol que desperdició al encontrar mal parado a Paysandú, e incluso Federico Acosta tapó dos mano a mano fuera de serie ante los delanteros visitantes.
La Blanca fue y fue. Buscó el partido, con la mala fortuna de que Luzardo, que había ingresado, se fue desgarrado y se quemó un cambio. Pese a ello Paysandú generó algunas jugadas de riesgo que no pudo concretar, hasta que en el último aliento del partido el árbitro cobró un claro penal.
Era la posibilidad única de poder rescatar un punto y mantener la calma pensando en la revancha. De dejar las cosas en su lugar. Caratte, que había ingresado para darle más fútbol al equipo, rápidamente tomó la responsabilidad de patear, de asegurar la igualdad y de irse a los vestuarios a pensar con más aire en la revancha. Pero el volante pateó mal, afuera, contra el caño derecho del arco rival.
Quedó esa imagen, pero está claro que Paysandú no perdió por ese penal. La Blanca cayó porque cometió tres errores durante un primer tiempo en el que jugó en buena forma. Y los terminó pagando caro, ante un rival que no perdonó. STB
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