Paysandú, Domingo 25 de Marzo de 2012
Opinion | 22 Mar Los exportadores pretenden obtener receptividad en el Poder Ejecutivo con la expectativa de cambiar la modalidad de los aumentos salariales en el sector, apuntando a mejorar la productividad en lugar de alinear los reajustes con los índices inflacionarios, como es la modalidad vigente, con la intención de atacar lo que consideran orígenes de la sostenida caída en la competitividad de los productos nacionales ante sus competidores.
Así lo transmitió en Paysandú la secretaria ejecutiva de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU), Teresa Aishemberg, quien junto a otros directivos del sector se trasladó a efectos de presentar un proyecto de incubadora de empresas en el salón de actos de Azucarlito.
Aishemberg hizo hincapié en que el sector impulsa un cambio en la modalidad de aumentos de salarios, abandonando el aumento por ajuste de Índice de Precios al Consumo (IPC) por el ajuste por productividad, y subrayó que “no hay que atar el aumento de salarios al IPC sino a la productividad” y destacó que se le ha encomendado a la Universidad de la República “la creación de indicadores de productividad, pues ni el gobierno, ni el Pit Cnt ni nosotros los tenemos y sin ellos no es posible considerar el método de salarios por productividad”.
La mejora en la productividad en sí conlleva un abaratamiento de la producción de bienes y servicios, desde que con menos esfuerzos y costos se producen mayores unidades de producción en el área que sea, y es precisamente la dirección en la que van los países que avanzan, los que copan los mercados con productos más baratos por el hecho de que producen a menos precio, incluso superando el contrapeso de no tener ventajas naturales para producir.
De acuerdo a la definición del ex ministro de Economía y Finanzas Isaac Alfie, cuando se establecen comparaciones debe establecerse la relatividad relativa de la producción, o sea cuantas horas hombre (HH) y cuantas unidades de capital insume elaborar una unidad de determinado bien o servicio. A menor cantidad de insumos, con el precio de mercado dado, mayor será la remuneración posible de los factores. Cita a modo de ejemplo que si para producir un auto en un país se emplean 30 HH y en otro 15, la remuneración en el segundo puede ser cien por ciento superior sin alterar la rentabilidad global de las empresas.
Pero en Uruguay la productividad de la mano de obra es muy baja y su crecimiento tendencial también reducido, al punto que en determinados sectores como la construcción, en lugar de aumentar viene cayendo.
Cuando a la vez esta escasa productividad se conjuga con una relación cambiaria que sobrevalora el peso, nos encontramos conque el precio final de nuestros productos, sobre todo los manufacturados --que son los que tienen mayor valor agregado--, es caro en comparación con los que producen los que tienen mayor eficiencia y productividad, y nos quedamos gradualmente sin mercados.
Estas reflexiones vienen a cuento de la actividad privada, tanto sea de exportación como para el consumo interno, desde que en el caso del Estado la productividad no existe o a nadie le importa, porque las empresas u organismos públicos tienen los recursos asegurados.
Pero en el sector privado la mayor o menor productividad hace la diferencia entre subsistir o caer en la volteada, entre vender sus productos o quedarse con el stock en casa al ser desalojados de los mercados por los competidores, y seguramente este es el aspecto que preocupa a la Unión de Exportadores y que ha transmitido al gobierno. Este a la vez hasta ahora ha hecho caso omiso al reclamo y prioriza la lucha contra la inflación, para lo cual es fundamental mantener el tipo de cambio deprimido que está vigente desde hace ya varios años, pese a que en su momento, cuando era ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca el actual presidente José Mujica dijo que renuciaría si el dólar bajaba a 22 pesos. La apuesta del gobierno en todas las ramas parece ser tirar de la piola todo lo que ésta aguante, llevando al límite la carga impositiva, acordando con los trabajadores cualquier reclamo en los consejos de salarios y ámbitos de “negociación” entre un sinnúmero de presiones al sector, sin importar las empresas que quedan por el camino, hasta que, cuando ya no queda nada muestra “preocupación” y busca apagar el incendio.
Pero cuando fijamos prioridades, quiere decir “a pesar de”, y volviendo a lo que nos ocupa en esta nota, el elemento dejado en segundo plano es la competitividad por los altos costos internos en dólares que tiene el país.
Una mayor productividad sería una alternativa –tal vez no suficiente-- para abaratar lo que se produce y se vende afuera, pero hasta ahora el Pit Cnt ha considerado la productividad como mala palabra y sigue atado al IPC más “recuperación”, lo que está muy bien para recuperar poder adquisitivo, mirado desde su ángulo, pero muy mal cuando se sigue trasladando todo el peso del costo a las empresas, muchas de las cuales desaparecerán si no se hace algo y pronto para cambiar este escenario de creciente deterioro.
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