Paysandú, Lunes 26 de Marzo de 2012
Opinion | 21 Mar Una investigación llevada adelante por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dada a conocer recientemente por el propio organismo crediticio internacional, indica que en América Latina y el Caribe existe deficiencia en la capacidad de los sistemas educativos para dar a los jóvenes las herramientas que les permitan estar al nivel de las exigencias del mercado laboral.
Esta reflexión indudablemente coincide en gran medida con los diagnósticos muy primarios elaborados en nuestro país respecto a la problemática de la educación y sobre todo en la formación y capacitación para el trabajo, donde subsiste un flagrante déficit en el aspecto curricular, al que debe agregarse la pérdida de valores en la sociedad y en la familia, que se refleja en niños y jóvenes, precisamente.
De acuerdo a los estudios del BID, existe “una gran brecha” entre “las habilidades que se aprenden en la escuela y lo que se necesita y pide el mercado laboral para jóvenes que terminan la Secundaria” en la región. Esta evaluación se dio a conocer en un estudio denominado “Desconectados”, que comparó las capacidades adquiridas por los jóvenes con las exigencias del mundo del trabajo.
Considera el organismo que más allá de los alcances que tenga la cobertura educativa, no se ha avanzado en calidad y herramientas que “estimulen a los jóvenes a terminar sus estudios”, en tanto agrega que el 50 por ciento de los estudiantes de 15 años de la región que realizaron la prueba PISA no alcanzaron el nivel mínimo exigido para la lectura, mientras que en el caso de las matemáticas fue un 65 por ciento.
Asimismo el BID da cuenta de “malos resultados laborales” de los jóvenes de la región latinoamericana, al destacar que el 15 por ciento de los que quieren trabajar no consiguen un puesto laboral, a lo que se agrega que el 54 por ciento de las personas de ese rango etario lo hacen en el ámbito informal.
En realidad, más allá de un punto más o un punto menos en los porcentajes en los aspectos considerados, es indudable que Uruguay no escapa a esta realidad, a la que además nos hemos referido en numerosas oportunidades en estas páginas, por cuanto se trata de una problemática que parece ser la característica de la actualidad en el mundo subdesarrollado, donde el conocimiento que se imparte aparece como desfasado y congelado en tiempos pretéritos de la enseñanza, cuando en Primaria y Secundaria se educaba en base a programas abstractos y formativos en conocimientos de cultura general, con influencia de la cultura francesa, pero donde usualmente se salía sabiendo algo de todo y muy poco de concreto para considerar que se había alcanzado cierta capacitación y especialización, sobre todo en el área del trabajo aplicado.
En épocas donde había otros valores en la sociedad, igualmente estas falencias no se traducían en el alto grado de deserción que tenemos hoy en Secundaria, por lo que actualmente en este nivel de la educación y subsiguientes existen contrapesos altamente gravitantes, que son por un lado una enseñanza desactualizada y con pocas exigencias, que no prepara para los desafíos de la vida cotidiana en el ámbito laboral, y por otro el escaso interés del estudiante en el estudio, por encima de hacia donde esté dirigido, al no identificarse con prioridades e intereses para su vida.
Quiere decir que ambos factores contribuyen a esta creciente defección y pérdida de calidad que se traduce en decenas de miles de jóvenes que irrumpen en el mercado de trabajo sin una preparación adecuada, los que en el mejor de los casos –cuando tienen la suerte de acceder a un empleo-- se van formando sobre la marcha en base al ejercicio laboral, o directamente no son absorbidos por las empresas, que demandan un perfil que no es colmado por los aspirantes.
Estos elementos indican que hay mucho, muchísimo por hacer en el mundo de la enseñanza, que debe empezar por identificar el rumbo, mediante aportes diversos, sin “iluminados” y con mente abierta para ingresar en las reformas que nos den una mejor sintonía para encarar los desafíos que nos plantean los tiempos.
Y seguramente para el aporte de elementos con vistas a las definiciones a que deberá llegarse cuanto antes deben estar incluidos no solo la dirigencia política, las autoridades de la enseñanza y los docentes, sino también los empresarios, para dejar atrás viejos clichés y antinomias en la formación y capacitación de los jóvenes.
Es compartible en este contexto la decisión del Ministerio de Educación y Cultura, en el sentido de que esta cartera entiende que es imprescindible la participación de la Cámara Metalúrgica y la Cámara de la Construcción en el Congreso Nacional de Educación, lo que cuenta con el apoyo del presidente José Mujica, quien es partidario de una “amplia participación” en el plenario educativo, pues considera que los empresarios son quienes recibirán la mano de obra formada en el sistema de enseñanza y no pueden estar ajenos a la problemática educativa, por lo menos para empezar a hacer algo efectivo y así revertir este estado de cosas.
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