Paysandú, Lunes 26 de Marzo de 2012
Opinion | 22 Mar Hoy en día hay 7.000 millones de personas que alimentar en el planeta y se prevé que habrá otros 2.000 millones para el año 2050. Las estadísticas indican que todas las personas beben de 2 a 4 litros de agua a diario, sin embargo, la mayor parte del agua que “bebemos” está incorporada en los alimentos que consumimos: producir 1 kilo de carne de vacuno, por ejemplo, consume 15.000 litros de agua, y 1 kilo de trigo se “bebe” 1.500 litros.
Puestas así, estas cifras seguramente llaman la atención y permiten reflexionar sobre la necesidad de primer orden que es el agua que, felizmente en nuestro país la amplia mayoría de la población tiene con sólo abrir la canilla.
En su mensaje para el Día Mundial del Agua, que se conmemora hoy, Naciones Unidas recordó que en las próximas décadas, para poder alimentar a una población mundial cada vez mayor y garantizar la seguridad alimentaria y nutricional para todos será necesario aumentar la producción de alimentos. Esto, a su vez, significa que nuestro recurso finito más importante, el agua, deberá utilizarse de forma sostenible.
Uruguay, si bien posee una vastísima red de cursos de agua de distinta magnitud que abastecen a las poblaciones y la totalidad de las actividades industriales y productivas que éstas realizan, está padeciendo últimamente episodios naturales o de contaminación que es importante no despreciar. En este sentido, la contaminación de pequeños cursos debido a las malas prácticas agropecuarias --como las fumigaciones-- y otros como la aparición de algas como el verdín, representan hechos que perjudican el uso de los recursos hídricos.
Por otra parte, el vertido de efluentes cloacales e industriales sin tratamiento a los cursos más importantes de la región constituye un problema que es necesario evaluar en su justa medida, además de frenar los impactos. A esa tarea se abocará en una etapa futura el programa de monitoreo que lleva adelante la Comisión Administradora del Río Uruguay. Es de esperar que efectivamente pueda llegarse a esa instancia y que cuando se realicen los controles de los vertidos industriales y productivos en ambas orillas del río, no ocurra lo mismo que en la actualidad puesto que luego de un año de monitoreos del río en la zona de la planta de celulosa de Fray Bentos y la desembocadura del río Gualeguaychú la población de ambos países aún desconoce los resultados.
De esta manera, la CARU incumple abiertamente con el propósito expresado por ambas delegaciones que la integran que, al inicio del monitoreo, comprometieron que los datos serían públicos apenas se tuvieran.
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