Paysandú, Lunes 26 de Marzo de 2012
Opinion | 26 Mar La confirmación de la actuación de Paul McCartney con su show On the run en el Estadio Centenario el venidero 15 de abril es una formidable noticia artística y musical, aunque para actuar en nuestro país haya esperado casi hasta sus 70 años, que cumplirá el próximo 18 de junio.
No hay dudas que se trata de una de las personalidades más influyentes en la música del siglo XX aún en actividad, autor de muchísimos éxitos, entre ellos la inmortal “Yesterday”, la canción con más versiones grabadas en todo el mundo.
McCartney llega con su más reciente gira, la que se ha caracterizado por la confirmación tardía de las fechas de actuación, lo que no es común en este tipo de mega tours que usualmente tienen todo vendido y contratado por lo menos un año antes.
Pero, como sea, McCartney, que desde su Liverpool natal saltó a la fama mundial a comienzos de los años 60 con The Beatles, llega a Uruguay y lo hace con toda la tecnología de los grandes artistas, que se basan en una propuesta visual y de sonido simplemente impresionante. Es la puesta en escena --como el caso de Rogers Waters con The Wall Live-- la que explota los sentidos de los espectadores, más que la lírica y la música de los artistas.
Paul McCartney está cerca y en unos veinte días saldrá al escenario del Centenario para deleite de 55.000 personas que pagaron entre 900 y 15.700 pesos uruguayos por sus localidades. Se dice que el show cuesta unos cuatro millones de dólares y que deberá tributar a la DGI un millón de dólares entre el 22% de IVA y el 12% de impuesto a no residentes, desde que la empresa del productor del show Alfonso Carbone tiene sede en Chile.
La presencia del ex Beatle será un lujo para sentidos y una experiencia inolvidable. Lástima que, una vez más, como sucediera antes con “Los Olimareños”, Antel aparece en el ojo de la tormenta, con una a todas luces exagerada inversión publicitaria de 470.000 dólares en este show. Si invierte esa cantidad, debería por lo menos obtener una rentabilidad de un millón de dólares, esto es el doble, pero eso no parece posible.
Antel, con el voto solamente de los directores oficialistas, aprobó 200.000 dólares en publicidad, 100.000 dólares para emitir el show por Adinet TV y 170.000 dólares en la compra de 2.500 entradas que entregará como promoción de un plan de telefonía móvil anual.
No es Antel la que paga, es el Uruguay entero, porque sin dudas ese dinero sale de los clientes de la telefónica estatal, y suena irresponsable gastar 670.000 dólares en dos espectáculos que no ofrecen retorno económico. Son los lujos de la pobreza en un país donde la publicidad estatal sigue rigiéndose por la “dedocracia”, amiguismos y repentismos filantrópicos.
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