Paysandú, Martes 27 de Marzo de 2012
Locales | 20 Mar Un ex combatiente de la guerra de las Malvinas, que se vino a Uruguay por amor, fue recientemente identificado, tras sufrir un ataque para robarle dinero en Tacuarembó --donde residió durante más de dos décadas--, y regresó a Argentina en la víspera, pasando por el puente internacional Paysandú-Colón, utilizando la asistencia del Consulado de la República Argentina en Paysandú, que tiene también jurisdicción en Tacuarembó.
Miguel Angel Britez nació el 12 de noviembre de 1962 en Yahapé, a unos 150 kilómetros al norte de Corrientes capital y 40 al sur de Itá Ibaté, en la provincia de Corrientes, a orillas del río Pira Pytá. La guerra de las Malvinas, desatada el 2 de abril de 1982 cuando unos 5.000 soldados argentinos desembarcaron y tomaron Puerto Stanley, la capital de las islas, tomó a Britez como conscripto y como tal fue enviado al combate, como infante de Marina en el Batallón de Artillería de Campaña Nº 1.
Se mantuvo en el frente hasta que fue herido, lo que no pudo precisarse cuando, aunque aún muestra en el costado derecho de su pecho la cicatriz provocada presumiblemente por el golpe de un kukri de un gurka nepalés. Pero cuenta que él fue más rápido y ultimó a su adversario.
Posteriormente fue trasladado a Buenos Aires y tras ser desmovilizado volvió a Corrientes. A su familia le dijo que iba a buscar trabajo a Tucumán y ahí su perdió su rastro. Un poco porque su madre volvió a casarse y se fue a vivir a Itá Ibaté, donde tuvo otros hijos, de apellido Encinas.
TAMBIÉN TRABAJÓ
EN PAYSANDÚ
Acostado en la camilla de la ambulancia del Hospital de Tacuarembó que lo trajo a Paysandú, matrícula oficial ROF 1182, contó que “había una uruguaya que trabajaba conmigo de la que yo me había enamorado. Y ella se venía para Uruguay. Entonces yo agarré y me vine. Son cosas de la vida, el amor hace muchas cosas”.
Este argentino, que tiene hoy 49 años y rasgos indígenas, que se precia de tener “los mismos ojos que Mercedes Sosa” contó que en Uruguay conoció varios lugares. “Estuve en Paysandú acá y en Quebracho. Trabajé en una quinta de naranjas”, reveló. “Siempre me he portado bien; ahora que ha pasado esto, quizás pasó para que me reencuentre con mi familia. Pero estoy muy agradecido a la gente de Uruguay”, agregó.
QUISIERON ROBARLO
No fue posible dialogar más que escasos minutos de los veinte que estuvo en Paysandú mientras el cónsul de Argentina, César Faes, y la vicecónsul Carola del Río, que se encarga de la parte este de la jurisdicción, le completaban un pasaporte provisorio válido por 60 días y solamente para ingresar a territorio argentino.
Por eso quedan puntos oscuros de su historia. No se sabe con claridad por qué terminó siendo cartonero, vendiendo cajas, plásticos y todo aquello que le diera algo de dinero.
Contó que “me robaron”. Ese día, el 19 de febrero pasado, “vendí unas cosas y compré dos litros de vino. Tomé un vaso de vino y fui al baño”. Cuando volvió descubrió el hurto y fue entonces cuando fue ferozmente atacado, lo que le provocó hundimiento y fractura de cráneo.
Internado en el Hospital de Tacuarembó, adonde ingresó como NN, fue internado en cuidados intensivos. Un par de semanas después, cuando pudo hablar, dijo que era argentino y dio su nombre, tras lo cual desde el hospital se comunicaron con el consulado para que este se hiciera cargo de la repatriación.
Carola del Río contó que determinar que era un veterano de guerra fue algo fortuito. “Una enfermera me comentó que Britez le mencionó que era ex combatiente de Malvinas. A partir de ese momento, a través del Centro de Veteranos de Corrientes, corroboramos que efectivamente lo era”. Esto cambió el procedimiento, pues los veteranos tienen tratamiento especial en casos como estos.
SU FAMILIA PENSABA
QUE ESTABA MUERTO
Al perder contacto con su familia por tantos años, y al nunca regresar a la provincia de Corrientes, desconociendo que su madre y hermanos vivían ahora en Itá Ibaté, a Miguel Angel Britez se lo dio por muerto. Su madre murió hace 14 años, pensando que había fallecido. Hasta ahora fue contactado Esteban Encinas, su medio hermano. En total eran siete hermanos, de los cuales sobreviven cuatro, incluido Miguel Angel.
AGRADECIDO A URUGUAY
En la camilla, Miguel Angel Britez se muestra tranquilo, feliz. Los enfermeros que hicieron su traslado indicaron que se emocionó al abandonar el Hospital de Tacuarembó “donde era conocido de todos; era muy querido”.
Y ante grabadores y micrófonos vuelve a expresar su agradecimiento. “Muchos saludos a todos los que me conocen y a los que no me conocen también. A la gente que me tenía bronca, no importa. Salud para todos. Estoy muy agradecido a Uruguay y de como me atendieron en Tacuarembó”.
DE REGRESO A SU PATRIA
Tras veinte minutos, el pasaporte provisorio y la entrevista de prensa habían terminado. Faes y del Río abrieron camino en un automóvil, seguido por la ambulancia, con dirección al puente internacional General Artigas, donde estaba dispuesto el operativo para un rápido pasaje. Y así fue. Tras cruzar el tendido internacional se dirigieron al aeródromo de Colón, donde ya estaba esperando un avión sanitario de la provincia de Corrientes, que en una hora cuarenta lo transportó a la capital provincial.
Allí, informó la AFP, “bajó en camilla de la aeronave y en la pista saludó a sus tres hermanastros, Esteban, Susana y Antonio Encinas, antes de subir a la ambulancia que lo esperaba para llevarlo a un hospital para realizarle un control médico”. También la información agrega que “el ex combatiente fue recibido con aplausos en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Corrientes por un centenar de ex camaradas de Malvinas, muchos de ellos portando banderas argentinas y entonando el himno nacional” argentino.
Britez quedó internado en el Hospital Escuela “José Francisco de San Martín”, de Corrientes.
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