Opinion | 24 Mar Las obras de reformas y mejoras del parque Guyunusa a efectos de albergar a los expositores que participarán en la 47ª edición de la Semana de la Cerveza han sido afectadas por la acción de antisociales que no encontraron mejor entretenimiento que destrozar lavatorios y otros artefactos recién instalados en los baños, así como robar otros elementos de este paseo.
Para reparar esos daños y reconstruir los sectores afectados se deberán volcar nuevamente recursos de los sanduceros que podrían haber sido destinados a encarar otros emprendimientos en materia de urbanismo, paseos públicos, tareas viales, para lo que siempre falta dinero y hay una demanda insatisfecha de la población.
Lamentablemente, además de la incultura probada de determinados sectores de la población, sobre todo menores que usan y abusan de su impunidad, estamos ante una pérdida de valores que se conjuga con una facilidad extrema para concretar estos hechos vandálicos, por falta de vigilancia pero sobre todo porque como todos sabemos se pueden eludir fácilmente las responsabilidades por los autores y hacer como si aquí no hubiera pasado nada.
Hay grupos a los que les sobra tiempo y voluntad para acometer contra los bienes públicos, muchos de los cuales corresponden a hogares a los que el Estado asiste a través de planes sociales, y que han asumido que el Estado, la sociedad, debe darles todo y que no tienen por qué dar nada a cambio, ni siquiera estudiar y mucho menos trabajar. Por lo tanto entienden en su particular concepción que el dinero viene de la nada, que se puede romper a diestra y siniestra porque después las cosas se arreglan sin que cueste nada, y mientras tanto se han entretenido.
Estamos ante una conjunción de problemas culturales con mensajes equivocados y peor recepcionados, sobre todo. Por lo tanto hay mucho para hacer si queremos revertir este estado de cosas, empezando por erradicar la impunidad para estos hechos, mediante una vigilancia de personal afectado a este cometido pero también por un involucramiento de la sociedad en denunciar a los autores de estos actos.
A ello debe agregarse una respuesta rápida de la Policía ante las denuncias, y trabajarse con otra actitud en la educación de niños y jóvenes, dejando de lado el anteponer siempre el “pobrecitos” para tratar de incorporarlos efectivamente a la sociedad, con equilibrio entre derechos y deberes, porque hasta ahora se insiste solo en el segundo aspecto, como si el otro no contara.