Opinion | 28 Mar La noticia de que se ha aprobado en su totalidad el proyecto del Parque Industrial de Paysandú y que solamente resta la firma del decreto de Presidencia, que a esta altura es solamente un “cúmplase” ciertamente debe ser considerada en su real importancia. Significa ni más ni menos un claro reconocimiento a la historia de Paysandú y un homenaje a los pioneros de fines del cuarenta, que construyeron el polo industrial que durante décadas fue orgullo de los sanduceros, y real y tangible fuente de trabajo para muchas familias.
La transformación paulatina de los sistemas de producción industrial, el ingreso de nuevos mercados de oferta, y la incidencia de los países asiáticos en el costo de producción, con una reducción notoria en los costos, detuvo el empuje industrial sanducero.
El declive del Paysandú industrial provocó una crisis de empleo y especialmente una crisis emocional, en la medida que esta ciudad, tan orgullosamente defensora de su polo industrial, veía como las grandes industrias reducían paulatinamente su fuerza laboral, generando desempleo, sin posibilidades de reconversión, en la medida que no había otras industrias en las que trabajar.
Para hacer frente a la feroz competencia internacional con posibilidades de éxito, era imprescindible una política de promoción industrial que partiera desde el gobierno central, la que se concretó a partir de 2002 con el impulso de los Parques Industriales, especialmente en el interior del país, donde se obtienen mejores beneficios.
Paysandú, si bien no está en la “zona 1”, la de mayores ventajas, cuenta por su lado con muy importantes elementos, que lo hacen un lugar ideal para la instalación de industrias de todo tipo, ahora ya en el Parque Industrial al sur de la ciudad, lejos de toda posibilidad de contaminar la urbe, que fue --y en alguna medida aún lo es-- el gran problema que tuvo siempre el conglomerado industrial en la zona Noroeste de la ciudad.
Su ubicación estratégica la convierte en un lugar atractivo para empresas argentinas que buscan escapar de los ya abarrotados parques industriales. Pero además, aquí en Paysandú hay mano de obra calificada en procesos industriales, talleristas capaces de emprender trabajos complejos y --lo que no es poco-- una tradición industrial que viene desde lejos. La tarea que desde el gobierno departamental se ha hecho a lo largo de décadas ha dado su fruto. Paysandú otra vez puede ponerse el overol.