Opinion | 31 Mar Con razones posiblemente justificadas, pero seguramente con métodos que no son los mejores para respaldar los reclamos, un grupo de padres y alumnos del Liceo Nº 70 del Cerro, en Montevideo, ocupó el centro docente y fue intimado a desocuparlo, sin que se desarrollaran actos de violencia.
Pese a que el planteo data ya desde el año pasado, desde entonces las autoridades de la educación no han “tenido tiempo” de concretar la solución para proveer de baños dignos a este instituto, y en cambio apelaron ya con las clases encima, a sustituir las instalaciones por baños químicos.
Todos sabemos que los tiempos del Estado son en exceso largos, pero los que sí deben saberlo y actuar en consecuencia son los propios involucrados, es decir los mandos responsables de la enseñanza, que si sabían que la solución iba a insumir determinada demora, lo que debieron hacer en su momento era precisamente prever los tiempos y generar oportunamente el trámite administrativo correspondiente para poder contar con las instalaciones terminadas para el inicio de clases.
Pero como en el Estado las responsabilidades se diluyen y nadie intima debidamente a hacer lo que se debe hacer en tiempo y forma, se suceden estos inconvenientes que solo son atendidos cuando se llega a situaciones traumáticas, donde todos se rasgan las vestiduras y solo hay excusas al por mayor, sin una explicación debida de por qué no se actuó cuando había que hacerlo por quienes debieron haber proporcionado la solución.
Por otro lado, cuando se generan protestas, justificadas o no, aparecen los oportunistas de siempre, en este caso afiliados a determinados sindicatos y activistas que en “apoyo” a los reclamantes, cortaron el tránsito por la ruta 1 y chocaron con la Policía, dando lugar a una represión que provocó heridos y “víctimas” de balas de goma.
Se trata de las mismas personas que aparecen donde quiera haya una protesta para infiltrarse y chocar contra la Policía, para luego acusar a las fuerzas policiales y gobernantes de “represores” y asesinos. No es una historia desconocida para los uruguayos, que ya deberíamos saber identificar a estos actores y los verdaderos intereses que los mueven.